Está bien demostrado hoy en día, que los nacionalismos periféricos cuajaron en España a principios del siglo XX por una combinación de factores históricos, culturales y también económicos.
Dado que en ese siglo XIX Cataluña y las provincias vascas se habían visto favorecidas por engancharse a la Revolución Industrial, empezaron a aceptar la idea de que sus regiones eran diferentes –mejores- al resto de España.
Una España que era presentada como decadente, “dying nation”, liderada por una Castilla que en la visión simplista de la “leyenda negra” era violenta y pobre en lo material.
El nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco, fueron los artífices de perpetuar en el interior de España la difusión de la denominada “leyenda negra”, que los enemigos -holandeses y anglosajones y protestantes sobre todo- de la Monarquía Hispánica fueron construyendo cuando España era la primera potencia mundial, especialmente desde el siglo XVI al siglo XIX.
Y España, cómo todas las estructuras políticas dominantes de la Historia -el Egipto de los faraones, la Grecia Clásica, el imperio Romano de Occidente y luego de Oriente-….. también al “Imperio” español le fue tocando ir decayendo tras 333 años de superioridad en el planeta.
Fue una decadencia sin embargo relativa, puesto que la pérdida de colonias fue aparejada con una mayor preocupación por desarrollar la metrópoli durante el siglo XIX.
Y en el siglo XX decaerían Reino Unido y Francia, de forma abrupta, quedando reducidos casi exclusivamente a su antigua metrópoli, y muchas veces a través de guerras descolonizadoras dónde su debilidad fue manifiesta.
Por ello, no hay que renunciar a seguir contando lo que ocurrió en la historia de España, que no tuvo excepcionalidad más allá de la que sus propios habitantes quisieron creer de las descripciones realizadas por sus enemigos (externos e internos). Y si hubo alguna otra excepcionalidad, la más relevante es que fue la estructura política más poderosa más duradera después del final del Renacimiento.
Por tanto es necesario difundir la descripción de los viajeros que vinieron con honestidad a visitar España (como uno se centre por ejemplo en los criterios de “viajantes” no honestos, cómo los comunistas Trotski o Ilya Ehrenburg en su paso por España, se corre el riesgo de acabar como la mísera y violenta URSS, o peor aún.)
Y uno de esos viajeros honestos que visitó España durante los años finales del convulso reinado de Isabel II fue Hans Christian Andersen, en el año 1862. Y es que Andersen siempre fue un enamorado de España.
Andersen relata cómo en su infancia vivía en una de las poblaciones de Dinamarca que a partir de 1808 fueron ocupadas por casi 15.000 soldados del ejército español, que a solicitud de Napoleón fueron enviadas por el rey de España al norte de Europa con la excusa de proteger a Dinamarca de la invasión británica.
El verdadero objetivo de Napoleón era debilitar al ejército español antes de su programada invasión de España en 1808.
Al desencadenarse la invasión napoleónica, las tropas españolas buscaron cómo regresar a España por todos los medios, para defender su territorio de los ocupantes franceses.
Sin embargo, a pesar de ser un ejército extranjero en Dinamarca, Andersen, siendo todavía un niño, relata con cariño cómo trataban los soldados españoles a los habitantes de los Dinamarca, y se prometió a sí mismo que cuando tuviera posibilidad, visitaría España.
Tras convertirse en un famoso escritor pudo ir a España, y recorrerla de Norte a Sur y de Este a Oeste, escribiendo tras su recorrido un interesante libro de viajes.
¿CATALUÑA ESPAÑOLIZADA POR UNA INVASIÓN DE INMIGRANTES ORGANIZADA POR FRANCO?
Antes de abordar los testimonios de Andersen en la Barcelona de 1862, para entender el contexto, es interesante recordar el texto nacionalista catalán publicado en Abril de 2016, que tuvo múltiples repercusiones en medios de comunicación, y que son una muestra de los “mundos de Yupi” históricos en los que viven una gran mayoría de los ideólogos del nacionalismo catalán, en su obsesión por reinventar la historia.
Manifestaba este documento llamado Manifiesto Koiné en su contenido muchos de los mitos del nacionalismo catalán en sus medios afines y en las escuelas de Cataluña, que son poco cercanos –por no decir opuestos- a la sucesión de los hechos históricos:
El imperialismo lingüístico y político sobre otras regiones vecinas tanto en el Este de España como en el Sur de Francia e incluso en Italia (Reino de Valencia, Baleares, Franja Aragonesa, partes de Murcia y también a veces algunas islas de la Antigua Monarquía Hispánica en el mediterráneo como Cerdeña) es algo fundamental hoy en día en el nacionalismo Cataluña.
Lleva aparejada una reinterpretación de historia, repetida hasta la extenuación de identificadores símbolos, míticos, apropiándose de lo llamado por los propios escritores del Reino de Valencia “lengua Valenciana”, que es previa y mucho más extendida que “lengua catalana”, que solamente se generalizará en Cataluña en el siglo XX.
Desde el siglo XV Joanot Martorell autor de Tirant Lo Blanch, denominaba “lengua Valenciana” a lo que algunos pretenden llamar uniformemente catalán.
Martorell no era un cualquiera, fue uno de los mayores escritores en lengua lemosina. Pero a pesar de la invención o manifiesta deformación de la tradición histórica, los nacionalistas catalanes son consistentes en repetir el mensaje desde hace decenios, rebautizando la lengua Lemosina en su evolución peninsular como “catalán”, aunque otras denominaciones como “Valenciano” fueran históricamente previas y más exactas.
En cualquier caso la reinvención más vergonzante del mentado manifiesto, es la de atribuir el uso exclusivo de la “bella lengua Lemosina” – catalán, valenciano o mallorquín en varios de sus nombres peninsulares- a la población residente en Cataluña “desde siempre”.
Por no ir punto por punto del sonrojante manifiesto, hay uno que es especialmente llamativo de los argumentos del nacionalismo Catalán, y que busca reinventar la historia para engañar a cualquier residente en Cataluña, sea descendiente de nacidos en catalanes desde generaciones, o no.
Por supuesto incluyen en el texto la imposición desde 1714 en los “Països Catalans”, la mención de Felipe V cómo ogro…etc…para acabar denunciando lo siguiente :
Es por tanto una permanente insistencia en “que la lengua nacional” catalana, ha sido desplazada por la lengua de los inmigrantes “extranjeros”–el castellano, algo que un mínimo análisis histórico demuestra que no es así, ni tan fácil de explicar.
Este manifiesto es un ejercicio de nacionalismo catalán “pleno”, en el que ya se considera el histórico “bilingüismo” de Cataluña como una “anormalidad”.
Para la asociación que lo redacta, pues el castellano es una lengua “extraña”, “importada” a la fuerza a partir de 1939 por la inmigración del franquismo.
Se busca producir en el lector el efecto de asociación o deducción siguiente:
Por oposición a lo que se pretende los lectores del manifiesto entiendan del “catalán”:
Y pone en el mismo saco asociativo a los que traían el español y lo utilizan después de 1939, que a aquellos Catalanes que son castellano-parlantes que desde tiempo inmemorial han hablado en español, como el militar de la época de los Austrias, nacido en Barcelona, llamado Luis de Requesens (1528-1576).
Realmente es una batalla mediática la del nacionalismo catalán, en la que la verdad no importa….
ERNEST LLUCH Y LA LENGUA ESPAÑOLA EN LA CATALUÑA DE ANTES DE 1715
Lo cierto es que Ernest Lluch, miembro del Partido Socialista de Cataluña –asesinado cobardemente años después por los “primos” del nacionalismo catalán procedentes de la costa cantábrica de España- estudió académicamente en su obra “Las Españas Vencidas del siglo XVIII “cuántos libros se publicaban en español ya en la época previa a 1714 en Cataluña, demostrando la enorme presencia de la lengua española en Cataluña, que era superior a la de la lengua lemosina (o catalana) antes de 1714.
Por ejemplo, el estudio académico de Ernest Lluch contabiliza entre otros datos, que el número de folletos impresos en Cataluña durante la Guerra de Sucesión (1705-1714) , y el resultado fue que la proporción fue :
4 publicados en Español, por cada 1 en Catalán.
(un 80% en castellano....¡Antes de los decretos de Nueva Planta, que para los nacionalistas hubiera sido el inicio de las castellanización de Cataluña!.).
Es decir que es una falacia absoluta del nacionalismo catalán el establecer por que la lengua que “siempre” han utilizado Catalanes, ( o Valencianos, Mallorquines o habitantes de Monzón) fuera únicamente la derivación peninsular de la “lengua lemosina” ( llamada “catalán” en Cataluña desde principios de siglo XX.)
Concluía Ernest Lluch:
Por lo tanto, ya en 1700, antes de que los Borbones a través de Felipe V centralizaran la administración española con los Decretos de Nueva Planta, el catalán era la lengua minoritaria entre los habitantes en las ciudades de Cataluña y también en la mayoría de los documentos escritos
Por supuesto no se menciona en el manifiesto Koiné de 2016 la normativas centralizadoras de los borbones, que lo que hicieron fue acelerar el fenómeno que ya existía de aceptación como lengua propia de Cataluña también el castellano (o español) de 1768 de Carlos III, que privilegiaba el uso del castellano en la educación, ni las leyes de Instrucción Pública de Moyano en 1857 que incidían la centralización y castellanización del Estado liberal del siglo XIX, propio de todos los países occidentales.
Es mucho más interesante propagandísticamente decir que fue el gobierno del General Franco el responsable.
Además, desde el punto de vista de esta asociación proselitista del nacionalismo catalán excluyente, que se arrogaba la interpretación “democrática” del resultado electoral del 27 de septiembre de 2015 en lo que se refiere a la oficialidad y cooficialidad de lenguas: por “mandato democrático expresado este 27 de septiembre [de 2015], se creen en el deber ciudadano de exponer a la opinión pública lo que sigue...”.
El gobierno que saldría de las urnas de esas elecciones sería el que luego organizaría la “consulta” de independencia de octubre de 2017, en la que tras los actos de sedición, acabarían en la cárcel unos cuantos representantes de las diferentes facciones del nacionalismo catalán más excluyente y fanático.
Es evidente que el nacionalismo español –o incluso un simple filtro histórico sin adscripción nacionalista alguna- puede rebatir los argumentos deformados con mayor fuerza, si hubiera instituciones encargadas de comunicar sobre la historia de España en el interior de España.
De todos modos, una parte del nacionalismo catalán jamás creerá los hechos acaecidos, y negarán la histórica pertenencia de Cataluña a la cultura de las letras castellanas como parte propia de su ser desde tiempos inmemoriales, al mismo nivel que la lemosina…
Tal y como ha quedado demostrado en los estudios de Hobsbawn y de otros teóricos de la doctrina del nacionalismo, en muchas cabezas ha sido el “nacionalismo” –como doctrina genérica y movimiento inicialmente liberal- , pero que desde finales del siglo XIX es aceptado por los movimientos antiliberales, esencialistas, dónde el nacionalismo sustituye en las mentes la espiritualidad religiosa (en decadencia desde la separación Iglesia-Estado decimonónica en occidente) para una porción de los ciudadanos, que queda absorta por la creencia de la gloriosa patria perdida, de un Volkgeist único, diferente, mejor etc….
Y aun así es interesante cerrar estas líneas con el recuerdo de lo que Hans Christian Andersen describió en su viaje a la Barcelona de 1862, nada menos que 77 años de que concluyera la Guerra Civil española de 1936-1939, que hubiera sido la de mayor “españolización” de Cataluña.
EL TESTIMONIO DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN EN LA BARCELONA DE 1862
La lectura de descripciones de la Cataluña del siglo XIX, realizadas por viajeros que contaban sus experiencias en España, muestran una Cataluña diversa, hija de diferentes influencias, que desde la construcción de las líneas de ferrocarril hace que sean mucho más accesibles las corrientes estéticas y culturales para las clases medias, con la facilidad para recibir viajeros y revistas de otras zonas, ya sean españolas o extranjeras.
Hans Christian Andersen (1805-1875), el literato danés mundialmente conocido, en su viaje por España de 1862 describe del modo siguiente lo que observa en Barcelona en el siglo XIX. Es una descripción referida a la estñetica y a las aficiones -no hablaba español- y ni siquiera aun así probablemente hubiera podido apreciar la proporción entre lengua vernácula catalana y la lengua española, sin embargo nos muestra una Barcelona negada en el imaginario nacionalista catalán actual:
Las damas por lo general vestían la favorecedora mantilla española: un largo velo de encaje negro, sujeto al pelo por encima de una gran peineta, desde donde caía hasta más debajo de los hombros; sus finas manos movían con una gracia especial el abanico negro guarnecido de lentejuelas.”
Y relata su experiencia en una plaza de toros en Barcelona –de las varias que tenía la ciudad (era la capitán española que más plazas de toros tuvo…) y hoy mantiene las que quedan con usos “alternativos” por la prohibición de los toros invocando la “protección de los animales”, como subterfugio para eliminar parte de su historia….
Así lo veía en 1862 Andersen:
Siendo una novillada menor y no una corrida con figuras conocidas: “El recinto tenía cabida para unas quince mil personas, pero no había tantas, aunque estaba bien lleno”
Y es que este tipo de documentos –históricos- demuestran que los argumentos nacionales de “invasión” realizada es poco cercana a los hechos, y como los nacionalismos –unos más descaradamente que otros- promovidos por élites que los transmiten en medios de comunicación -como consideraba Hobsbawn- inventan o reinterpretan la historia según les convenga.
Cataluña fue una parte muy importante de la unidad política llamada España, con muchas aficiones y estética comunes al resto de la unidad política.
De hecho, en la segunda parte del “Quijote” de Miguel de Cervantes que se publica en 1615, aparece Barcelona , y de hecho es la única ciudad de toda España que visitan Sancho y Don Quijote, siendo todo lo demás pequeños pueblos castellanos en su mayoría….
El fenómeno de armonización de costumbres entre regiones dispersas no fue exclusivo de España, se acelera sobre todo desde la agilización de las comunicaciones por las líneas de ferrocarril desde la segunda mitad del siglo XIX – que también permitía la llegada de modas de otros países como las francesas, tal y como refleja Hans Christian Andersen en uno de sus perfiles de la vestimenta de los barceloneses.
No se debió la “españolización” de Cataluña a un programa sistemático de “nacionalización” en el siglo XIX español por los gobiernos centrales.
Los estudios teóricos sobre España y su construcción política y nacional, que se han desarrollado desde principio de siglo XX, indican que fue el “State Building” (construcción de las instituciones del Estado) la prioridad del siglo XIX español, en un Estado que no tuvo proyecto de construcción nacional
En cambio sí tuvieron Italia o Alemania que desde 1861 y 1870 y sus unificaciones en un solo país de diversos territorios, el proceso de creación de “italianos” y “alemanes” preconcebido se debe a que necesitaban unir “espiritualmente” a habitantes de regiones dispersas y con gobiernos independientes desde hace siglos.
Es muy repetida la frase del Conde de Cavour, artífice de la unión política de Italia, y que explica porqué el nacionalismo italiano (y también el nacionalismo alemán de Bismarck) se pueden considerar proyectos de “laboratorio” en sus inicios:
Por lo tanto no es comparable el caso de Italia o Alemania, de creación política muy tardía, al caso de España, que era una estructura política común existente primero como Unión de Reinos con el matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando el Católico desde el siglo XV, y luego se centraliza tras los decretos de Nueva Planta del siglo XVIII en la mayoría de sus territorios.
Por tanto, sí existía en Cataluña desde hace más de los 300 años de los decretos de Nueva Planta:
- una gran proporción libros impresos –libremente- en español en las imprentas locales de Barcelona en los siglos XVI y XVII,
- y la proporción de impresiones de libro en idioma lemosín (catalán, valenciano etc..) ya mostraba una disminución proporcional frente al español antes de 1714 antes de la centralización borbónica,
- y además por decreto posterior–este sí centralista- el idioma castellano se utilizaba en los documentos públicos –sustituyendo al latín desde principio del siglo XVIII,
- y se educaba en español en las escuelas y universidades desde 1768, es evidente que el idioma español era utilizado por una buena parte –imposible de cuantificar a la unidad exacta- de la población catalana mucho antes de Franco, y era especialmente utilizado el español como lengua vehicular el español entre la población urbana alfabetizada.
Otro debate distinto es si un gobierno central o regional tiene potestad “filosófica” para prohibir una lengua utilizada desde hace centenares de años por parte de su población.
¿Puede un gobierno regional en el siglo XXI prohibir el uso de una lengua en la educación porque crea que sus antepasados que no la utilizaban mayoritariamente estaban equivocados?
Poder…. ha podido , pero ¿es esa prohibición justa y decente?
Evidentemente no.
Lo que resulta curioso cuando menos, es cómo los que critican a los que limitaron previamente el uso de alguna lengua priorizando otra, utilicen la misma medida restrictiva cuando tienen competencias al respecto, tal y como viene haciendo el gobierno regional en Cataluña desde 1980, negando los derechos educativos a los catalanes que “siempre” hablaron castellano, y que existen desde hace siglos en Cataluña.
En cualquier caso, en la Cataluña del siglo XXI ya no es un problema tanto de en qué lengua se habla o educa (sería deseable todos los alumnos de España hablaran 5 o 6 idiomas incluido la lengua vernácula regional), sino el problema as más del contenido del mensaje beligerante que se transmite por esos “educadores”, que buscan generar el desapego a la estructura política llamada España.
España ya existía antes de 1939 –diversa, convulsa…- , pero los nacionalismos subestatales siguen utilizando los 36 años de dictadura a pesar de los años transcurridos, porque es productivo todavía para movilizar al electorado aun 40 años después de la descentralización de España acaecida con el regreso de la democracia de sufragio universal, y de la cesión de muchas competencias a los gobiernos autonómicos.
Lleva más años existiendo el gobernó autonómica de la Generalitat (1980-2021), que lo que duró el régimen centralista de 1939-1975.
La gestión del gobierno autonómica del gobierno catalán ha sido mala entre 1980 y 2021:
- en la Cataluña de 2021 existe una sociedad civil dónde la fractura es enorme, y los habitantes no hablan libremente ni en la calle ni siquiera en reuniones familiares de los temas que deseen, ni pueden usar los símbolos sin miedo a ser agredidos. Es fácil que la experiencia de visitar Cataluña a cualquiera le pueda ser estropeada por un episodio producido por los educados en la exclusión del que no cree lo que ellos fanáticamente creen.
- Las familias catalanas se han visto privadas del derecho inalienable de educar a sus hijos en el idioma que deseen, incluso aquellas que llevaban 500 años hablando en castellano en Cataluña (que las hay).
- Cataluña ha comenzado a declinar de forma acelerada en su situación económica desde 2012, perdiendo posiciones en la economía española, siendo superada por la provincia de Madrid en su PIB a pesar de ser menos poblada.
Madrid es más que nunca es la capital económica de España.
Y la responsabilidad del declive no es de “Madrit”, es de los gobernantes y ciudadanos nacionalistas de Cataluña que se dedican a expulsar las inversiones, los ciudadanos, la riqueza y los recursos creando la “Cataluña más pequeña” que nunca haya existido
Aunque es un fenómeno distinto a la huida masiva de vascos en los años 1980 y 1990 de las provincias vascas que conformaron la decadencia vasca en España de modo irreversible, Cataluña ha puestolas bases para un declive relativo constante del que, en manos de políticos poco formados y muy dogmáticos, probablemente no pueda salir tampoco.
Pero lo importante para los nacionalistas es que el mensaje pase…construir mitos.
Es irrelevante que estos mitos se verifiquen con hechos históricos o no (de hecho es mejor que sean cuanto más falsos posibles, pues ya considera el dicho que cuanto más grande sea el bulo, más posible es que sea creído)
. Y da igual que la gestión política y la económica de la Generalitat de Cataluña desde 1980 a nuestros días suponga la pérdida de recursos para la región y para la población que en ella vive.
En cualquier caso la batalla del futuro para los Estados-nación actuales se jugará en gran parte en las redes sociales, y no solamente en la educación.
Y no es solamente España o el Reino Unido con el desafío escocés quiénes tienen que enfrentarse a amenazas disgregadoras.
En estos últimos días de mayo de 2021, Francia ha congelado temporalmente en la reforma legislativa que iba a “españolizar” su otrora centralizada estructura del Estado permitiendo una regionalización de la educación.
Un país como Francia, que tiene regiones cómo Córcega, Bretaña, Rosellón, Aquitania, Alsacia y Lorena etc….con una diversidad lingüística vernácula mayor que España, parece que no ha aprendido de los recursos enormes que resta a la riqueza de la Unidad Política el estar combatiendo permanentemente desde dentro a entes regionales del propio país, que gracias a las competencias cedidas y a los impuestos de los franceses pueden acabar convirtiéndose en enemigos del Gobierno central y de las Instituciones del Estado francés.
Esperemos que Emmanuel Macron no pase a la historia por un error histórico que debilitaría a un país como Francia –donde no existe la tradición histórica foral española- , que es esencial para mantener la estabilidad en Europa.
Especialmente grave podría ser para la Unión Europea, dónde una mayor fragmentación o dispersión territorial de los pocos grandes estados que quedan de entre los que la componen, seguramente acabaría desestructurando su poder de forma irremediable, asegurando su desaparición a medio plazo.