Ayer, nada menos que la vicepresidenta segunda, es decir, la tercer en el escalafón ministerial hizo unas declaraciones tan explosivas como incomprensibles, puesto que de ser ciertas, que todo indica que los son, la primera que debería de dimitir, es esta señora, e inmediatamente después el Gobierno en pleno, puesto que la decisión de ocultar el peligro de la pandemia ha generado un numero desconocido de muertes que un gobierno no puede ni asumir, ni justificar en aras de un feminismo absolutamente mal entendido.
¿Cuántas mujeres que asistieron a la manifestación han fallecido como consecuencia de la pandemia? ¿Cuántas de ellas se contaminaron, o a su vez contaminaron a otras en la manifestación?
Con que solo fuese una ya sería una razón mas que suficiente para que se fuesen a sus casas. Pero eso no lo verán nuestros ojos.
Lo que si podremos contemplar es como ese sentido de propiedad sobre los ciudadanos, además de apropiarse de las vidas e todos nosotros y conducirnos al matadero en aquellas manifas, ahora también van a ser los únicos responsables de nuestros empleos y la señor Diaz va a poder hacer y deshacer, colocar y despedir a quien le de la gana y como le de su realísima gana. Porque su agencia española de empleo no es otra cosa que un reflejo de su totalitarismo conceptual del mundo del trabajo que nos esta tratando de imponer destrozando la reforma laboral que crea empleo y aplicando doctrinas y tesos comunistas en la gestión pública laboral.
Si a ello le sumamos el desaguisado de decretos leyes que hemos soportado durante lo largos mees de la pandemia, ya me dirán ustedes que va a quedar de la democracia española, Ni los restos.