"Patriarca y precursor de un linaje de vinos excepcionales, forjados a lo largo del tiempo, cuya perdurabilidad les distingue y otorga un carácter especial. Con un estilo inimitable, firme y sólido ha sido capaz de conformar un gusto único y atemporal. Un icono de prestigio mundial que con esfuerzo, constancia y discreción ha labrado la historia de un mito lleno de verdad". Lo dicen ellos,... y estoy de acuerdo.
Grandes vinos en Toro, finos, hay pocos, muy pocos. Sobran los dedos de una mano para contarlos. Los mejores vinos actuales de Toro se caracterizan: 1) por su potencia frutal excesiva, tanto en nariz como en boca; 2) por ser vinos golosos, cálidos y densos; 3) por su falta de finura. Si aceptamos esto, Campo Eliseo es un Toro arquetípico.
O "De cómo cargarse una estupenda manzanilla pasada". Este vino procede de Sanlúcar, pero no tiene DO, por ser una rareza. Se trata de un vino base, que es una fenomenal manzanilla, pasada (crianza biológica o bajo flor), sin encabezar (sin añadirle alcohol), que se remata –nunca mejor dicho- con crianza oxidativa (en barricas bordelesas). ¿Resultado? Para llorar.