La actividad comercial del sector servicios se ha incrementado por tercer mes consecutivo y su índice ha aumentado de 52,7 de febrero a 55,6 en marzo, registrando la mayor expansión desde mayo de 2022. La producción manufacturera, sin embargo, se ha mantenido prácticamente sin cambios respecto a los dos meses anteriores.
Las tensiones surgidas en los mercados financieros, como consecuencia de los efectos de las subidas de los tipos de interés, han afectado a determinadas entidades bancarias, sembrando la duda sobre la solidez y solvencia de las mismas, y han elevado la volatilidad de los mercados, generando incertidumbre. No obstante, parece que la situación de la banca en España es buena, al estar las entidades muy capitalizadas; pero el establecimiento de condiciones financieras más estrictas podría tener como consecuencia la restricción de crédito y, por tanto, frenar la inversión y el consumo, trasladando la crisis financiera a la economía real. Dadas las características del tejido empresarial español, con mayoría de pymes y autónomos, el incremento de los costes podría forzar al cierre de muchos de ellos, generando problemas en el mercado laboral y también, como no, en la morosidad de las entidades bancarias, en cuyos balances se incluye deuda comprada con tipos negativos, ahora con pérdidas latentes de no estar asegurada con swaps. Esta incertidumbre está interfiriendo negativamente en el crecimiento económico de la zona euro.
En el caso de España, el crecimiento interanual del último trimestre de 2022, del 2,6%, está sirviendo de tracción para el primer trimestre de este año, alejando el riesgo de recesión. Si bien es verdad que el encarecimiento de la financiación puede provocar un estancamiento, si no reducción, tanto del consumo como de la inversión, con efectos perversos en el empleo, se espera que en este primer trimestre nuestra economía crezca en torno al 0,3%-0,4%, esperando una evolución algo superior en los dos próximos trimestres sobre todo por el efecto del turismo. El buen comportamiento de las exportaciones, fundamentalmente de bienes en 2022, parece que se confirma en 2023, con un incremento en enero del 16,2% interanual hasta los 30.921 millones de euros, mientras que las importaciones ascendieron un 5,3% interanual hasta los 34.876,7 millones de euros.
Según expuso la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital en la presentación sobre los Avances en la ejecución del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, realizada este mes de marzo, en 2022 se autorizaron 25.143 millones de euros, y en 2021, 22.128 millones de euros. En lo que va de año, se han autorizado 10.757 millones de euros y se han comprometido 5.788 millones de euros. Según este avance, el efecto del plan en el PIB ha sido de 0,7% en 2021 y de 1,9% en 2022; y se espera que en 2023 sea del 2,8%.
El Índice de Precios al Consumo adelantado de marzo ha tenido una variación mensual del 0,4% (0,5 puntos menos respecto al incremento de febrero de 0,9%). En tasa interanual, ha tenido una reducción de 2,7 puntos, hasta el 3,3%, debido fundamentalmente a la caída de los precios de la energía y de los carburantes. Sin embargo, la inflación subyacente, de confirmarse estos datos, mantiene una variación similar al mes anterior, en tasa mensual del 0,7% y en tasa interanual, 7,5%, una décima menos que en febrero (7,6%). Este enquistamiento de la inflación subyacente, con cuatro meses consecutivos por encima del 7% y con tasas de crecimiento superiores al índice general, pone de manifiesto el componente estructural que venimos manifestando. De todas formas, revisamos nuestra previsión de crecimiento del IPC general en 2023 en una horquilla entre el 4% y el 4,5% (previsión anterior: 4,5%).
De no controlarse la inflación en la zona euro, el Banco Central Europeo mantendrá su política de incrementar tipos, que podría llegar hasta el 4%-4,25%. Este incremento de los tipos de interés debería conllevar al enfriamiento del consumo y la inversión, con objeto de frenar la inflación subyacente, que tendría también su efecto en las exportaciones españolas cuyo principal mercado es Europa, con Alemania, motor de la misma, prácticamente en recesión técnica.
Por ello, aun teniendo en cuenta la buena evolución de los indicadores adelantados, consideramos que este enfriamiento que se espera por los efectos del incremento de los tipos de interés afectará a nuestra economía, por lo que mantenemos nuestra previsión de crecimiento del PIB en el 1,5%.
Como consecuencia de esta ralentización de la economía en 2023, se espera que el empleo se resienta y la tasa de paro sea superior a la registrada en 2022, tal como manifestamos en nuestra previsión anterior (13,1%).
La deuda pública de las administraciones públicas, según el protocolo de déficit excesivo, ha disminuido en enero el 0,85% respecto al mes anterior hasta situarse en 1. 489.797 millones de euros, aunque con una tasa de crecimiento del 4,5% en términos interanuales. De mantenerse en niveles actuales en volumen, nuestra previsión es que se llegue al 111% del PIB, aunque no habrá que perder de vista la mayor o menor flexibilidad de las reglas fiscales. El incremento de los tipos de interés encarece el coste de la deuda, afectando al presupuesto del gasto público. En este sentido, es necesario el control del déficit público, por debajo del registrado en 2022 (que ha sido del 4,8 %). Nuestra estimación es que a finales de este año el déficit se sitúe en el 4,4%.