En varios casos, las menores cosechas han permitido repercutir los mayores costes de producción al precio de los alimentos, limitando el impacto de esta coyuntura en la rentabilidad de las explotaciones agrícolas. Para aquellos cultivos que no han podido contrarrestar su caída en volumen con aumentos de precio en los productos, esta situación coyuntural tampoco ha impactado de momento de forma relevante en los precios de la tierra, que se han mantenido por lo general estables, con incrementos moderados en algunos cultivos, generalmente más pronunciados en la modalidad de regadío.
Son algunas de las claves apuntadas en el informe Suelo Agrario en España 2023 elaborado por el Servicio de Estudios de Tinsa, El contenido del informe desglosa siete grandes categorías de cultivo: herbáceos (cereales tubérculos y leguminosas), olivar, viñedo, frutales no cítricos, cítricos, hortalizas, y prados y pastizales. El profundo conocimiento local de la red de técnicos rústicos de Tinsa permite identificar tendencias de mercado por cultivo y desde una perspectiva geográfica en las Comunidades Autónomas más relevantes desde el punto de vista de producción en cada categoría.
Desde la perspectiva del valor del suelo agrario, el informe destaca tendencias al alza en el último año en la mayor parte de los cultivos, con más impulso en hortalizas, herbáceos, y frutales, especialmente en su modalidad de regadío. Por el contrario, el valor se ha visto afectado en el olivar de secano y en los prados y pastizales. Los invernaderos para el cultivo de hortalizas, el suelo agrario más caro en términos de unitarios (€/ha), alcanzó en 2023 un valor de 163.400 €/ha, según las tasaciones de Tinsa. En el extremo contrario, el menor valor unitario correspondió a la hectárea de prados y pastizales: 10.200 €.
Para analizar el rendimiento de una inversión en un suelo rústico realizada hace cinco años, el informe incorpora una referencia de tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR por sus siglas en inglés) para el período 2018-2023, un indicador que refleja la evolución media del valor del suelo a 5 años.
“El cambio climático merma la producción de todos los cultivos, pero tiene especial incidencia en las modalidades de secano, más sensibles a su entorno natural. Esto incrementa el valor de los cultivos de regadío y está impulsando la búsqueda de técnicas que permitan un uso eficiente del agua”, apunta Arias, directora del Servicio de Estudios de Tinsa. Aunque las alteraciones del clima están afectando de forma generalizada, el informe destaca que en algunos tipo de cultivos (herbáceos, olivar y hortalizas, por ejemplo) ha sido posible compensar el impacto del descenso de producción con el incremento en el precio del producto.
“Por el contrario, otros cultivos se enfrentan a una demanda debilitada, como ha ocurrido con el viñedo y con algunos frutales desde la pandemia, o a la competencia asimétrica en precios de terceros países, como están sufriendo los cítricos. En estos casos, el encarecimiento del precio del alimento no se ha podido implementar o se ha producido solo parcialmente”.
Algunas de las tendencias destacadas de 2023 apuntadas en el informe se refieren al incremento del precio de los cereales a consecuencia de la guerra en Ucrania, que ha pospuesto los procesos de transformación que estaba afrontando este cultivo, o el freno en la expansión del cultivo de la almendra por la incertidumbre surgida en torno a la evolución de su precio. También se destaca la recuperación de la demanda de los frutales de hueso y pepita tras varios años de ventas reducidas por un cambio en las preferencias de los consumidores hacia otras variedades tropicales y la potenciación del cultivo de limones frente a las naranjas por estar menos afectado por las importaciones procedentes de países extracomunitarios.