En su análisis de previsión para 2024, a partir de la normalización que empieza a observarse en la evolución de la curva de tipos, el equipo de gestión de Gescooperativo se mostraría partidario, en todo caso, de aumentar ligeramente el horizonte de la inversión en este tipo de activos, situándose en emisiones con una vida comprendida entre los 3 y 4 años. Por el contrario, los inversores a más corto plazo se encontrarán con el problema de la reinversión, ya que se espera que los tipos de interés vayan paulatinamente bajando.
Asimismo, considera que la actual coyuntura aconsejaría complementar esta inversión con posiciones en renta variable, dado que la previsión en el incremento de los beneficios en las empresas cotizadas se sitúa en el entorno del 5% en los próximos trimestres, impulsado por el impacto positivo de la Inteligencia Artificial.
En cuanto a los sectores que para Gescooperativo se revelan como más interesantes para atraer inversiones en 2024, su equipo de gestión destacaría aquellos que están más expuestos a la implantación de la Inteligencia Artificial en sus procesos, en la medida en que mejorarán su productividad con la implantación de esta nueva tecnología. A su juicio, lo mismo ocurriría con las empresas que juegan un papel activo en el proceso de transición energética.
Para los gestores de Gescooperativo, la transición energética es un campo en el que actualmente están comprometidos cuantiosos recursos económicos en forma de ayudas y subvenciones, la mayor parte de las cuales, además, están aún por llegar. Asimismo, estas compañías energéticas, en la medida en que se encuentran muy apalancadas financieramente y sus rendimientos se prevén en el largo plazo, podrían beneficiarse a partir de ahora de unos tipos de interés más reducidos.
Según la visión de Gescooperativo, 2023 no ha sido desde el punto de vista económico tan complicado como en un principio se preveía. Considera que, aunque persisten las presiones inflacionistas, sin duda están mucho más controladas, a lo que ha contribuido la normalización de las cadenas globales de suministro y una caída notable de los precios de la energía. Acredita esta tendencia el hecho de que, en los últimos doce meses, en la UE se ha pasado de una tasa de inflación del 9,2% a otra de 2,4%, si bien se mantiene aún por encima del objetivo fijado por el BCE, que se sitúan en el entorno del 2%. No obstante, prevé que la tarea de llevar la inflación hasta este umbral llevará todavía mucho tiempo, pues persisten las tensiones inflacionistas en el sector servicios y las revisiones salarios mantienen su dinámica al alza.
La sociedad gestora de fondos del Grupo Caja Rural corrobora el pronóstico de un menor crecimiento económico 2024, pero descarta cualquier ajuste drástico en la actividad económica mundial. A esta previsión contribuye el hecho de que las tasas de desempleo a ambos lados del Atlántico se mantengan en mínimos y que el poder adquisitivo de las familias resista en unos niveles aceptables. A ello se sumaría que la senda moderada de bajada de tipos a la que se encaminan los bancos centrales no se debe tanto a una necesidad de dinamizar la economía como a una adaptación a la bajada de la inflación.
No obstante, advierte de que factor geopolítico constituye un riesgo latente que podría condicionar los retornos de las inversiones durante 2024. Cita, a este respecto, una posible escalada de las tensiones en Ucrania u Oriente Medio, que podrían ocasionar un encarecimiento del petróleo y, en consecuencia, una vuelta a las tensiones inflacionistas. De producirse esta situación, los bancos centrales se verían obligados a revertir el signo de su política monetaria hacia posiciones más restrictivas.