El BPI, a menudo conocido como el banco de los banqueros centrales, lleva un año reclamando un ataque contundente contra la inflación tras haber subestimado inicialmente el impacto que tendrían los estímulos de la era COVID, como hicieron la mayoría de las grandes instituciones.
En un discurso en Brasil, Agustín Carstens, director general del Banco, afirmó que una respuesta contundente a la inflación era fundamental para mantener la confianza en la capacidad de los bancos centrales para mantener la estabilidad de las economías.
«Si la confianza se evapora, desaparece la capacidad de hacer políticas públicas eficaces», dijo Carstens, explicando que era la primera vez que las generaciones más jóvenes de muchos países experimentaban una inflación que erosionaba el nivel de vida.
Enfriar las presiones sobre los precios es esencial, añadió. «De lo contrario, la credibilidad de la política monetaria, y de los bancos centrales autónomos responsables de aplicarla, quedará en entredicho». Carstens hizo los comentarios en momentos en que uno de los aumentos de los costos de endeudamiento mundiales más rápido y de mayor magnitud de la historia muestra signos de estar llegando a su fin. Carstens afirmó que mantener la confianza en el sector bancario es tan importante como hacerlo en un banco central, y apuntó a las criptomonedas, el riesgo de un sistema monetario de «dos niveles» y el creciente papel de las empresas distintas de los bancos tradicionales.
«La necesidad de una mayor supervisión y regulación del sector no bancario se ha hecho más acuciante a la luz de los recientes episodios de inestabilidad», afirmó.La lucha contra inflación pone en peligro la credibilidad y autonomía de bancos centrales: BPI