En España, de momento no funcionan plantas de este tipo, aunque la investigación está «muy avanzada» y, en caso de cerrarse el acuerdo, supondría respaldar a una de las plantas más pioneras en Europa, afirma el comisionado del Perte Microchips, Martorell, cuando se cumple un año -el día 24- de la aprobación en el Consejo de Ministros del Perte de los Semiconductores.
Este Perte contempla una inversión pública hasta 2027 de 12.500 millones de euros, de los que 9.300 millones se prevén destinar a construir a «una o dos fábricas» de microchips (de los microelectrónicos, no los fotónicos), en un proceso «complejo», al que el Gobierno no renuncia y que sigue en marcha, apunta.
Sin embargo, mientras prosiguen las conversiones con tecnológicas estadounidenses, la mayoría para instalar «una o dos» fábricas de microchips, el Gobierno ha abierto las negociaciones a otro campo, el de los chips fotónicos, que funcionan con luz y que, por ejemplo, son muy útiles para fabricar sensores en el sector de la automoción, con mucho empuje en Europa y también en España.
Según ha explicado Martorell, la demanda de los chips fotónicos, con una mayor capacidad de cálculo que los tradicionales, está aumentando de forma exponencial, por encima de los microchips electrónicos. En España, la investigación de la fotónica está muy avanzada, y la idea del Gobierno es apoyar proyectos de este tipo que se estén desarrollando tanto por centros de investigación pública como por empresas privadas, explica. Este tipo de fábricas de chips fotónicos requieren una inversión de «cientos de millones» de euros, una cuantía inferior que la de los chips tradicionales, donde «solo una máquina puede costar entre 150 y 200 millones de dólares y en una fábrica hay varias», precisa.
De momento, el reto de lograr que una tecnológica instale una fábrica de microchips (electrónicos) en España sigue en marcha y existen conversaciones con más de media docena de empresas.