En efecto, debido al compromiso con el medio ambiente, desde hace años se están intentando encontrar otros modelos de transporte sostenible. Así, empezaron a aparecer los vehículos electrónicos e híbridos, especialmente populares tras la decisión del Parlamento Europeo de poner fin a los coches de combustión de cara a 2035. Sin embargo, sus conductores han descubierto que España, pese a sus buenas intenciones, carece todavía de una red adecuada y suficiente de puntos de recarga que faciliten la movilidad.
La reducción drástica de las emisiones de gases efecto invernadero y la dependencia de los combustibles fósiles, así como de la contaminación acústica, son algunas de las ventajas de los vehículos eco amigables. No obstante, su precio y autonomía aparecen como las grandes barreras de acceso para su adquisición e implantación.
“Las empresas invierten cada vez más dinero y recursos en mejorar la autonomía de los vehículos eléctricos, pero, a día de hoy, sigue siendo una barrera de entrada para muchos conductores”, afirma Montero, director general de Grupo Moure. “Además, el tiempo medio de carga necesario es de entre 1 y 2 horas, lo cual resulta poco atractivo para aquellos que dependen de un medio de transporte eficiente y ágil en trayectos largos, especialmente en el escenario actual de falta de puntos de recarga”.
El precio elevado de dichos vehículos es otro factor que frena su expansión en el país. Según el informe presentado por el Observatori Desc el coste del modelo eléctrico más económico es de 24.500 euros aproximadamente, muy por encima de uno de combustión interna: “Esta brecha de precios excede el poder adquisitivo de muchas familias, dificultando la capacidad para acceder a estos vehículos más respetuosos y optando por la compra de uno de combustión”.
¿España preparada para el coche eléctrico?
En el año 2022 se tenía previsto que España contara con un total de 45.000 puntos de recarga, sin embargo, la realidad fue diferente, ya que únicamente se lograron instalar 18.128 de ellos. De esta cantidad, 10.327 se encuentran ubicados en áreas urbanas, dejando solo 7.801 puntos de recarga disponibles en carreteras, donde son especialmente necesarios para recargar durante los viajes. «Es evidente que la brecha entre la meta establecida y la cifra alcanzada es significativa, lo que refleja la necesidad de una mayor inversión y desarrollo de infraestructuras de carga en España», asegura Montero. Además, comenta que “es fundamental para fomentar la adopción generalizada de coches eléctricos e híbridos”.
En relación con los cargadores en operación, solamente el 21% de ellos cuenta con una potencia superior a 22 kW, necesaria para las llamadas “cargas rápidas”. Cabe destacar también que la mayoría de estos cargadores de alta potencia han sido instalados por las propias marcas a través de sus redes de concesionarios.
En el caso concreto de España, el Gobierno presentó en 2021 una propuesta que obligaba a ciertas gasolineras a incorporar al menos un punto de recarga, con el objetivo de mejorar la infraestructura de carga para coches eléctricos. “El borrador señalaba que las gasolineras con un volumen de más de 10 litros debían contar con al menos un punto de recarga de 150 kW, mientras que aquellas con un volumen de 5 litros debían disponer de otro punto de recarga de 50 kW; pese a ello, las distintas barreras administrativas están frenando la instalación de estos puntos”, asegura el experto, quien recuerda las trabas burocráticas existentes para la puesta en marcha de puntos de recarga ya instalados en España, donde actualmente existen 40.000 solicitudes en las manos de las administraciones públicas.
Ante esta situación, los vehículos híbridos enchufables (PHEV) parecen ser una buena alternativa. Estos modelos combinan dos tipos de motorización: la eléctrica y la de combustión interna. “Esta combinación permite circular en modo eléctrico a lo largo de aproximadamente cincuenta kilómetros por cada carga”, explica Montero. “A pesar de ser limitado, lo que los hace aún más atractivos es que, una vez agotada la carga eléctrica, pueden seguir funcionando con el motor de combustión interna. No obstante, en algunos casos el precio sigue siendo muy superior al de los coches de combustión, oscilando entre los 5.000€ y 10.000€, dependiendo del modelo”.