«Estamos convencidos de que Calviño logrará un acercamiento para encontrar consenso entre los Estados miembro», ha afirmado Lindner en una entrevista a varias agencias europeas en la ‘European Newsroom’ y en la que ha trasladado a la ministra el apoyo de Berlín para encabezar la negociación en torno al regreso de unas normas fiscales que, tras cuatro años congeladas por la pandemia, volverán a exigir una reducción del déficit público por debajo del 3% del PIB y una deuda pública por debajo del 60%. La propuesta de la Comisión al respecto otorga un mayor poder a los gobiernos para decidir cómo cumplir estos objetivos, aunque exige un ajuste anual mínimo de déficit del 0,5% del PIB hasta llegar al 3%, mientras que plantea una reducción gradual de la deuda a lo largo de cuatro años, prorrogable hasta siete.
El liberal alemán ha reconocido que será «difícil» llegar a un consenso pero ha insistido en que «si alguien es capaz de unir a todos, es Nadia Calviño», a pesar de que España llegue a la presidencia del Consejo «bajo circunstancias muy específicas» por el adelanto electoral. En este sentido, ha evitado pronunciarse ante la posibilidad de que otra persona impulse el expediente si es otro el Gobierno que resulta de los comicios del próximo 23 de julio. Lindner ha incidido en que Berlín tiene una idea «muy clara» de lo que se necesita para mantener y garantizar la estabilidad del euro, algo de lo que cree que se benefician tanto la integridad de la Unión monetaria como la competitividad del Mercado Único. «Sabemos que el camino no consiste en facilitar el endeudamiento público, sino en apostar por unas finanzas públicas sostenibles», ha añadido.
Alemania aboga por esfuerzos «ambiciosos» para reformar las reglas fiscales a fin de conservar estas ventajas, mientras que lo que preocupa al gobierno tripartido del canciller Olaf Scholz –compuesto por socialistas, liberales y verdes– es la posibilidad de «debilitar a la UE en el futuro» apostando por ratios de deuda más elevados y déficits anuales más altos.
Por ello, lo que defiende Lindner es una reducción mínima de la deuda del 1% del PIB anual para los países con una deuda más elevada, como es el caso de España –que supera el 110,6% de previsión– y del 0,5% para aquellos menos endeudados, unos parámetros que considera plausibles a pesar de que algunos países los critican por ser demasiado frugales.
«Sé que hay algunos colegas que piensan que nuestras salvaguardias comunes, el límite mínimo de reducción del déficit del 1%, podrían ser demasiado procíclicas, pero no creo que esto sea correcto porque, en determinadas circunstancias, habría una cláusula general de escape, de modo que, en caso de crisis no se activaría», ha explicado.
Sin embargo, ha recordado también que Alemania «no está aislada en absoluto» y que, aunque otros sean «menos ruidosos», hay muchos Estados miembro que comparten sus preocupaciones y que piden a la delegación alemana que lidere el debate, algo que a su juicio, hace necesario seguir negociando para tomar decisiones «audaces» sobre las reglas fiscales, convencido de que estas culminarán en acuerdo. A ojos de Berlín, esas discusiones en torno a las reglas fiscales deben, por un lado, buscar mantener un alto nivel de inversiones del sector público, mientras que, por otro, no hay alternativa «más realista» que reducir los déficits y los ratios de deuda.
Consciente de que se trata de una cuestión «muy seria y muy compleja» que no requiere únicamente «tomar algunas decisiones e ir de izquierda a derecha», Lindner reconoce lo apresurado de la situación, pero antepone encontrar «la mejor solución y más sostenible» a la «más rápida».
Además, ha comparado las negociaciones entre los Estados miembro con las que tienen lugar en el seno del Gobierno alemán, compuesto por su partido, el de los liberales, «más orientado a la economía de mercado y partidario de la estabilidad» y, «en el otro extremo, dos partidos de izquierdas, los socialdemócratas y los verdes» para reafirmar que, si en Alemania son capaces de encontrar un consenso, su propuestas «deberían ser aceptables para un mayor número de Estados miembro».
«Hemos presentado nuestras propuestas y, si trabajamos juntos, es posible», ha señalado, antes de recordar que Alemania está «dispuesta a esforzarse» para lograr un consenso este año, según el objetivo marcado por los Veintisiete para cerrar el acuerdo que permita poner en marcha las normas revisadas a tiempo para 2025.
No obstante, a pesar de insistir en que su preferencia es el acuerdo, ha señalado que, de no lograrlo este año, ya que existe un Pacto de Estabilidad y Crecimiento vigente que «habría que aceptar y respetar hasta que se pueda avanzar». «Alemania quiere llegar a un consenso este año y estamos dispuestos a hacer todo lo posible para negociar durante noches y días, fines de semana y festivos. Podemos reunirnos en una especie de cónclave, ‘extra omnes’, como en el Vaticano para encontrar un consenso, pero necesitamos la mejor solución, no la solución más rápida», ha reiterado.