No obstante, el servicio de estudios de BBVA ha rebajado su previsión de crecimiento para 2024 desde el 2,6% hasta el 2,1%, en línea con las mayores incertidumbres en la economía mundial para el año próximo. La mejor inercia durante el final de 2022 y un dinamismo mayor que el esperado en el segundo trimestre de este año explican la mitad de la mejora en la previsión de crecimiento de 2023, según explica BBVA Research en el último informe ‘Situación España’. Por un lado, el INE revisó al alza el PIB del segundo semestre del año pasado en casi medio punto porcentual. Por el otro, se estima que la economía podría mostrar un avance del 0,7% en el segundo trimestre de 2023, cuatro décimas más de lo que se preveía hace tres meses.
Las exportaciones están detrás del buen comportamiento de la economía, con una contribución especialmente importante de los servicios. Con los datos conocidos hasta el primer trimestre del año, las ventas de España al resto del mundo se encuentran ya casi un 13% por encima de los niveles alcanzados justo antes del inicio de la pandemia. Por un lado, el consumo de no residentes en España continúa contribuyendo positivamente al avance de la economía. De acuerdo a los datos de compras con tarjeta de los extranjeros en los terminales punto de venta de BBVA, en el segundo trimestre del año se podrían alcanzar niveles de gasto un 60% superiores a los observados en el mismo período de 2019. Los principales beneficiados están siendo los destinos de playa y las ciudades que solían tener un intenso tráfico de turismo urbano. En todo caso, ha sido más importante la aportación al crecimiento de las exportaciones de servicios no turísticos. Estas han aumentado un 30% desde finales de 2019 y ya representan casi el 9% del PIB.
El empleo y los precios también muestran un comportamiento más positivo que el esperado en marzo: las empresas están creando puestos de trabajo a un ritmo que supondría añadir casi 500.000 empleos en el año, el doble de lo que se preveía en marzo. Asimismo, desde febrero y hasta mayo, la inflación ha mostrado datos consistentes con un descenso que puede sostenerse en el tiempo, alcanzando promedios de 3,4% en 2023 y 3,2% en 2024.
Este avance se produce a pesar de la atonía de la demanda interna. La caída acumulada del gasto en consumo de los hogares en el último trimestre de 2022 y el primero de 2023 (casi del 3%) ha sido más consistente con la recesión que se esperaba el pasado otoño que con la expansión de la demanda agregada que finalmente se observó. Asimismo, la inversión se mantiene un 2% por debajo de las cifras alcanzadas en el tercer trimestre del año anterior. Los factores detrás de esta contracción son, por un lado, el incremento en el precio de la energía y de los alimentos, que ha mermado la competitividad de las empresas y reducido el poder adquisitivo de la renta y de la riqueza de las familias. Por otro lado, el aumento en los tipos de interés oficiales ha incrementado el coste de financiación del sector privado, lo que ha afectado negativamente a sectores intensivos en el uso del crédito.
Sin embargo, se espera que alguno de los factores que han afectado a la demanda interna reviertan parcialmente en los próximos meses, lo que permite anticipar una mayor contribución al crecimiento en los próximos trimestres de este componente del PIB: el precio de las materias primas, el coste de la financiación y el ahorro de las familias.
En primer lugar, la disminución de los precios de las materias primas y, principalmente, de los combustibles ha permitido una reducción de la inflación hasta el entorno del 3% en mayo. De mantenerse, se estima que el cambio en las perspectivas que se ha observado desde hace seis meses en el coste de la energía podría añadir casi un punto porcentual al PIB en 2023.
El ciclo de subidas de tipos se acerca a su fin
En segundo lugar, el ajuste a la baja en las expectativas de inflación en la UEM apunta a que el final del ciclo de subidas en el coste de financiación está próximo. BBVA Research prevé que el tipo de interés de política monetaria podría aumentar sólo 50 puntos básicos más, alcanzando el 4,25%, después de haber subido 250 puntos básicos en el segundo semestre de 2022 y 375 puntos básicos hasta mayo de este año.
En tercer lugar, dada la buena evolución de la renta disponible y la contracción del consumo privado, la tasa de ahorro se habría incrementado nuevamente, tanto en el cuarto trimestre de 2022 como en el primero de 2023. Estos recursos acumulados durante el último semestre podrían convertirse en mayor gasto en la medida en que disminuya la incertidumbre sobre el coste de la cesta de consumo, se consolide la confianza sobre la situación del mercado laboral y se confirme la finalización del encarecimiento del coste de financiación.
Según BBVA Research, la firma del V Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), y el descenso de la inflación, incrementarán la certidumbre sobre la evolución de las rentas y su poder adquisitivo. Las subidas salariales (4% en 2023, 3% en 2024 y 2025, respectivamente) no suponen una desviación frente a lo que se venía observando: a finales del año pasado, la remuneración por asalariado aumentaba al 4%, mientras que BBVA Research espera que se incremente un 3,4% en 2023 y un 5,0% en 2024. También se espera que la productividad del trabajo mejore en 2023 y 2024 y su crecimiento acumulado supere al del salario real. Por lo tanto, se prevé que, en el escenario más probable, el acuerdo sea consistente con mantener la competitividad de las empresas, que éstas continúen creando empleo y que la inflación converja a niveles alrededor del 2% en 2024.
La política fiscal continuará siendo expansiva a corto plazo. Después de alcanzar niveles casi del 5% del PIB a finales de 2022, se espera que la reducción en el déficit público sea moderada (hasta el 4,2% en 2023 y 3,5% del PIB en 2024), explicada en buena parte por el comportamiento de la economía. La mayoría de las medidas en vigor aprobadas para paliar el impacto del aumento de la inflación podrían mantenerse hasta finales de año. Sin embargo, la política fiscal podría tomar un tono contractivo el siguiente año, en la medida en que vuelvan a ser efectivas las reglas fiscales en la UEM. Tras el anuncio de las nuevas reglas fiscales por parte de la Comisión Europea (CE), se tendrá que pensar en cómo realizar el ajuste durante los próximos años. La propuesta de la CE exige, como mínimo, medidas equivalentes a un esfuerzo del 0,5% del PIB por año y es posible que se tenga que hacer buena parte del esfuerzo durante los primeros años del ajuste.
El ritmo de ejecución de los proyectos relacionados con los fondos NGEU asegura un soporte para la inversión pública, aunque a corto plazo existe incertidumbre sobre su efecto tractor sobre la inversión privada. En particular, se observa que la licitación y la adjudicación de estos programas han alcanzado una velocidad de crucero de alrededor de 10.000 millones de euros cada doce meses. El impacto no sólo se apreciará en el gasto en formación bruta de capital fijo, sino que debería comenzar a observarse una mejora importante en la competitividad de las empresas en los próximos dos años, conforme se sustituyan fuentes de energía externa por doméstica y se avance en el cambio de modelo productivo.
Menor crecimiento para 2024
BBVA Research ha revisado a la baja su previsión de crecimiento para 2024 desde el 2,6% hasta el 2,1%, en línea con las mayores incertidumbres en la economía mundial para el año próximo. Se espera que varios factores condicionen el avance de la actividad. Entre ellos, existen dudas sobre cuánto tiempo más se puede sostener el crecimiento en algunos sectores. Distintos indicadores apuntan a que el alojamiento y la hostelería se situarán próximamente en torno a los niveles de capacidad utilizada de 2019. Las restricciones al aumento de la oferta hotelera hacen poco probable que incrementos adicionales de la demanda puedan ir acompañados de una mayor disponibilidad de plazas. Por otro lado, existe incertidumbre acerca de qué tan sostenible es el reciente crecimiento de las exportaciones de servicios no turísticos. Finalmente, la sequía ha representado un golpe importante para el sector agroalimentario.
En lo referente al sector inmobiliario, la inversión en vivienda continuará limitada por las restricciones de oferta y los cambios en la regulación. Según BBVA Research, la nueva Ley de vivienda no incentiva la construcción de obra nueva, tanto para ofrecer en alquiler como para ser adquirida. Por el contrario, introduce desincentivos al facilitar la limitación de los precios; al introducir incertidumbre e incrementar la regulación, sobre todo para los grandes tenedores de vivienda (lo que va contra la eficiencia del sector y su competencia); o aumentando la rigidez en los contratos de alquiler. No se espera que los incentivos (o castigos) fiscales aprobados cambien el panorama de forma significativa, ya que la falta de seguridad jurídica plena para los propietarios continuará siendo la razón más importante detrás de una oferta reducida de vivienda en alquiler. Los anuncios para incrementar los inventarios de vivienda pública son bienvenidos. Sin embargo, existen dudas sobre la suficiencia de los recursos destinados o sobre la idoneidad de la localización de los activos que se adquirirán o donde se desarrollará la obra pública.
El impacto del adelanto electoral
La incertidumbre de política económica aumenta a corto plazo con la convocatoria de elecciones generales, pero la acorta en el tiempo. La cercanía de las elecciones generales respecto a su convocatoria en diciembre, debería reducir el período de incertidumbre que se habría abierto si se hubieran agotado los plazos. Aunque los procesos presupuestarios de 2024 podrían verse afectados por la falta de alineamientos necesarios como los objetivos de déficit, el límite de gasto, etcétera, la formación de un nuevo gobierno central durante el segundo semestre del año podría aclarar el panorama.