“Los datos económicos de China no han cumplido con las expectativas, lo que sugiere que la expansión del segundo trimestre será menos robusta en términos trimestrales y oscurecen ahora las perspectivas para el resto del año, y quizá más allá de esa fecha”, asegura el equipo de análisis de Ebury, que remarca también la postura monetaria más relajada del Banco Popular de China que en otras ocasiones para abordar el estancamiento económico. “Aunque somos relativamente alcistas en cuanto a las perspectivas del yuan, nos mantenemos más cautos que antes; una mayor relajación de la política monetaria también frena nuestro entusiasmo por el yuan, sobre todo teniendo en cuenta las últimas sorpresas agresivas de la mayoría de los principales bancos centrales”, señalan los analistas de Ebury.
Yuan Chino (CNY)
Aunque el yuan comenzó un año que se le presentaba prometedor, lo cierto es que en estos meses ha sufrido un varapalo tras otro. En mayo el par USD/CNY llegó a superar el nivel psicológico clave de 7,0, en el que ha seguido cotizando desde entonces.
El yuan chino, que cotiza frente al dólar cerca de su nivel más bajo desde noviembre, se ha comportado claramente peor que la mayoría de las otras divsas de los mercados emergentes. Así lo demuestra también la caída del índice CFETS ponderado por el comercio del RMB, que ha perdido más de un 3% desde principios de año y ha alcanzado ahora mínimos de más de dos años. Por lo tanto, está claro que los problemas de la divisa se deben en gran medida a factores internos.
Aunque consideramos que la magnitud de la caída es exagerada, es difícil pasarla por alto. Los primeros informes tras la reapertura de la economía china fueron optimistas, y sugerian que la recuperación iba por buen camino. De hecho, el crecimiento del PIB sorprendió al alza en el primer trimestre y registró una expansión de la economía a un ritmo razonablemente bueno del 4,5% (2,2% intertrimestral). Sin embargo, desde entonces los datos no han cumplido con las expectativas, lo que sugiere que la expansión del segundo trimestre será menos robusta en términos trimestrales. Los últimos datos económicos oscurecen ahora las perspectivas para el resto del año, y quizá más allá de esa fecha.
Los índices PMI de actividad empresarial han sido bastante decepcionantes en los últimos meses. El índice PMI compuesto del NBS cayó del nivel de 57 en marzo al 52,9 en mayo, y todos los subíndices empeoraron y sorprendieron a la baja. La encuesta privada de Caixin envió una señal similar al inicio del segundo trimestre, aunque mostró cierta mejoría en mayo, con los PMI en tendencia alcista y el índice manufacturero volviendo a situarse por encima del nivel clave de 50 que separa la expansión de la contracción. Es una señal positiva, pero una de las pocas hasta ahora y no suficiente para invertir la percepción negativa de los inversores sobre el ritmo de la recuperación en el segundo trimestre.
Los últimos datos de actividad económica confirman que el crecimiento está perdiendo fuerza. Dado que la gran mayoría de los indicadores, desde las ventas al por menor a la producción industrial, el comercio y la inversión, muestran un bajo rendimiento, podemos deducir que la debilidad es generalizada y refleja tanto la moderación de la demanda externa como de la interna. Los consumidores parecen estar afectados por los recientes golpes; después de los repetidos confinamientos y aislamientos, incluido un fuerte repunte en el turismo nacional por encima de los niveles anteriores a la pandemia, no ha sido suficiente para garantizar una recuperación sólida. La elevada incertidumbre y el repunte del desempleo juvenil, que subió al 20,8% en mayo (un máximo histórico desde que comenzó la serie cronológica en 2018) podrían estar pesando sobre la propensión a gastar. La situación del sector inmobiliario también puede estar incitando a los consumidores a guardar dinero en el bolsillo. Los datos de principios de año fueron alentadores, pero la inversión inmobiliaria ha decepcionado en los últimos meses, mientras que el crecimiento de los precios de la vivienda se ha ralentizado (en mayo, las viviendas nuevas costaban sólo un 0,1% más que el mes anterior).
Las presiones sobre los precios en China son casi inexistentes, y contrastan fuertemente con la situación mundial. Los precios de producción se mantienen en terreno deflacionista desde octubre, y el descenso se acentuó en mayo (-4,6% interanual). La inflación general se situó en el 0,2% en mayo, ligeramente superior a la del mes anterior pero, una vez más, por debajo de lo previsto. La inflación subyacente se ha mantenido prácticamente estable en los últimos meses, en el 0,6% o ligeramente por encima. La ausencia de presiones inflacionistas es otra señal preocupante que apunta a la debilidad de la demanda, y el objetivo de inflación de «en torno al 3%» parece ahora muy inalcanzable.
El Banco Popular de China (PBoC por sus sigla en inglés) ha abordado el estancamiento de la recuperación con una mayor relajación de la política monetaria. En marzo, el PBoC redujo en 25 puntos básicos el coeficiente de reservas obligatorias (RRR) de la mayoría de los bancos, tras lo cual el RRR medio de las instituciones financieras cayó al 7,6%. En junio, el banco redujo el tipo de interés repo a 7 días en 10 puntos básicos (hasta el 1,90%) y recortó el tipo de interés de la Facilidad de Préstamo a Medio Plazo (MLF) a 1 año en 10 puntos básicos, hasta el 2,65%. También han bajado los tipos de los depósitos de los principales bancos chinos. Los tipos de interés de los préstamos (LPR) a 1 y 5 años también se redujeron en 10 puntos básicos, hasta el 3,55% y el 4,20%, este último ligeramente menos de lo previsto. La falta de intervención para proteger el yuan también podría considerarse una forma de relajación. El PBoC y el regulador de divisas de China señalaron en mayo que el país frenará la especulación y trabajará para evitar grandes movimientos en el tipo de cambio. Sin embargo, no hemos visto señales especialmente fuertes que sugieran que el banco central se sienta demasiado incómodo con la debilidad de la divisa.
Éramos optimistas en cuanto a las perspectivas de recuperación económica de China tras el fin de la política de ‘covid cero’, aunque nuestro optimismo se ha desvanecido un poco. Seguimos creyendo que el objetivo de crecimiento del PIB fijado por el Gobierno de «en torno al 5%» puede alcanzarse este año, pero no parece que se vaya a registrar un crecimiento muy superior al 5%. En consecuencia, revisamos al alza nuestra previsión para el par USD/CNY y, aunque somos relativamente alcistas en cuanto a las perspectivas del yuan, nos mantenemos más cautos que antes.
Creemos que el yuan está ahora relativamente barato, sobre todo teniendo en cuenta los sólidos fundamentos de China, incluida una balanza por cuenta corriente positiva en torno al 2% del PIB. También creemos que el paquete de estímulo, que se espera tome forma en un futuro próximo, podrá proporcionar cierta ayuda a la economía. También hay algunos indicios de que las relaciones entre Estados Unidos y China podrían estar estabilizándose tras un largo periodo de deterioro, lo que también es alentador. Sin embargo, nos preocupa un poco la aparente mayor tolerancia de las autoridades hacia un yuan más débil. Una mayor relajación de la política monetaria también frena nuestro entusiasmo por el yuan, sobre todo teniendo en cuenta las últimas sorpresas agresivas de la mayoría de los principales bancos centrales.