Aunque la ratio de mora sigue en niveles mínimos desde el año 2008, se trata de los primeros síntomas de un repunte de los impagos, ya que la encadena dos meses consecutivos al alza. En abril ya repuntó cuatro puntos básicos, desde el 3,51% al 3,55% a los que se suman los citados cuatro puntos en mayo hasta el 3,59% actual. El cómputo total de los créditos considerados dudosos (en los que se ha producido un impago del principal o de los intereses durante los últimos tres meses) situó en 42.815 millones en el quinto mes del año, lo que supone un 0,6% más que en abril, o 262 millones más. El saldo financiado bajó por debajo de los 1,2 billones tras dos meses consecutivos por encima. En concreto, el saldo descendió en 8.572 millones entre abril y mayo.
Desde la pandemia del Covid-19, los supervisores bancarios vienen pidiendo prudencia a las entidades para que doten provisiones ante un posible aumento de la morosidad, que se ha ido posponiendo en el tiempo. En un primer momento, las autoridades estaban preocupadas ante el escenario de incertidumbre debido a las medidas de liquidez habilitadas durante la crisis para amortiguar el impacto inicial, ya que se desconocía el comportamiento de pago de los clientes.
Gracias a las medidas de alivio y al mantenimiento del empleo, las entidades contuvieron los impagos y fueron mejorando las ratios de morosidad trimestre a trimestre. Pero también han ido acumulando un mayor volumen de préstamos que se encuentran en máxima observación ante las dudas de que los clientes cumplan con sus obligaciones de pago. Se trata de una bolsa de más de 80.000 millones de euros clasificada en stage 2.
Los supervisores bancarios establecen una clasificación de los préstamos basándose en su calidad de pagos: stage 1 (crédito sano), stage 2 (crédito en vigilancia especial) y stage 3 (créditos dudosos). Aunque los préstamos que se incluyen en el segundo escalón todavía no han sufrido ningún impago, los bancos sí han observado un incremento significativo del riesgo desde el momento de la concesión. Se trata del estado previo a que se produzcan deterioros y por ello esa bolsa viene centrando las miradas.
Dado que la alta inflación y las continuas subidas de los tipos de interés por parte del BCE para intentar frenarla presionan cada vez más la capacidad de pago de los consumidores, los propios bancos reconocen que esperan un aumento de la morosidad a lo largo de 2023. En todo caso, no se prevé una avalancha de impagos y se considera que ese repunte será manejable.