De hecho, ya lo está haciendo en el mercado secundario. El rendimiento del bono federal a 10 años ha escalado hasta su máximo anual, cerca del 4,2%, está a punto de supera el máximo de noviembre de 2022 y por tanto vuelve a mirar a niveles no vistos desde 2007. El interés a 10 años contrasta con las cotizaciones del resto de plazos. La curva sigue invertida descontando una probable entrada en recesión a final de año, como advertía Fitch en su informe al retirar la triple A . El bono a 2 años ofrece una rentabilidad del 4,9%, el de 3 años un 4,6% y en los vencimientos más cortos se sitúa más arriba. Los ‘treasuries bills’, o letras, a 3 meses (5,4%), 6 meses ( 5,5%) y 12 meses (5,4%) se alinean con la última subida de tipos de interés al 5,25%-5,5% efectuada por la Reserva Federal (Fed) la semana pasada. Fitch también considera que el ciclo de endurecimiento monetario debilita el perfil de crédito de EEUU y, por tanto, ya no puede mantener la máxima nota de solvencia.
Para los técnicos, la ratio deuda sobre PIB marca la solvencia en la capacidad de repago del emisor. En el caso de EEUU, después de marcar un máximo del 134% hace tres años, se ha reducido al 118% según datos hasta marzo. Sin embargo, el crecimiento de la economía desde entonces esconde una deuda más abultada. En concreto, esta ha pasado de 26,5 a 31,5 billones de dólares. Este incremento de 5 billones de nueva financiación tan solo 36 meses es otro de las banderas rojas que Fitch relaciona con la rebaja de rating, según su informe.
La agencia ve un problema en el incremento de la carga de intereses asociada al continuo incremento de la deuda pública de EEUU. Según datos de Bloomberg, el tipo medio que paga el Tesoro por el conjunto de sus emisiones ha superado ya el 3%, su nivel más alto desde 2009. Con cada subasta, ese coste promedio no deja de subir. El problema es que el volumen de la deuda estatal de EEUU triplica ahora la que tenía hace 14 años. Con este caldo de cultivo, el ciclo de subidas de tipos de la Fed ha disparado el coste del servicio de la deuda hasta duplicarlo prácticamente desde 2020. El Tesoro paga 970.000 millones de dólares anuales en intereses por su deuda, un 50% más que hace un año, según estimaciones hasta abril de la propia Fed. La cifra superará el billón de dólares antes de que termine 2023.
El aumento de la rentabilidad de la deuda y el coste de referencia para el emisor va de la mano de caídas en los precios de los bonos, cuya cotización se mueve de forma inversa. Los inversores han tomado nota de un cambio de planes por parte del Tesoro estadounidense, que ha elevado el tamaño de la subasta trimestral de deuda a largo plazo (3, 10 y 30 años) prevista para la semana que viene. El departamento que dirige Yellen prevé captar 103.000 millones de dólares, más de lo previsto inicialmente y el primer incremento en el objetivo de la operación desde el inicio de 2021. La cifra supone emitir 19.000 millones de dólares en deuda nueva.
La necesidad de dinero adicional ha encendido la mecha de las ventas de bonos ante el incumplimiento de los compromisos para reducir el gasto del Gobierno federal tras el acuerdo para elevar el techo de deuda pública de EEUU de 31,4 billones de dólares que regía hasta junio. El nuevo límite no está marcado sino que se suspende hasta enero de 2025, después de las elecciones presidenciales. En la anterior suspensión del techo de deuda, con Trump en el Gobierno, la deuda pública creció en más de 3 billones de dólares coincidiendo con la pandemia del Covid.
En su informe, Fitch señala varios factores que detonaron su decisión, entre ellos la recesión, el endurecimiento de tipos y uno que destaca: la pérdida de confianza en la gestión fiscal de Washington: «La rebaja de calificación de Estados Unidos refleja el deterioro fiscal esperado durante los próximos tres años, una carga de deuda del gobierno general alta y creciente, y la erosión de la gobernabilidad en relación con países calificados ‘AA’ y ‘AAA’ después de los repetidos enfrentamientos por los límites de deuda en las últimos dos décadas, con resoluciones de última hora».
El Tesoro de EEUU, que conocía de antemano la decisión, no tardó en reaccionar. «El presidente Biden y yo estamos comprometidos con la sostenibilidad fiscal. La legislación de límite de deuda más reciente incluyó más de 1 billón de dólares en la reducción del déficit y mejoró nuestra trayectoria fiscal. De cara al futuro, el presidente Biden ha presentado un presupuesto que reduciría el déficit en 2,6 billones de dólares durante la próxima década a través de un enfoque equilibrado que apoyaría las inversiones a largo plazo», defendió Yellen el miércoles.