Y lo primero que se está filtrando es el modo ocultista de gobernar del personaje, ya que La Moncloa recurre una y otra vez a tratar de justificar que todo cuanto hace lo es en tanto presidente del Gobierno, en el ejercicio de sus funciones constitucionales, de manera ininterrumpida. Así ha justificado, por ejemplo, el uso del Falcon para sus viajes privados, el de las residencias oficiales invitando a amistades o el cambio de posición unilateral sobre el Sáhara sin informar de ello al Rey ni al Congreso. En este fango no deja de ser normal que no se sepa nada de las negociaciones que se están llevado a cabo para reeditar el pacto de investidura a cambio de prebendas que vulnerarían la Constitución, a tenor de las propias manifestaciones de Puigdemont, Junqueras, Urkullu o del viaje de la vicepresidenta Yolanda Díaz para reunirse con Puigdemont en Bruselas para «normalizar» las relaciones y cerrar la investidura, asumiendo que la del candidato Feijóo escogido por el Rey estaría abocada al fracaso, no constituyen una serie de actuaciones en claro fraude de ley contra el texto constitucional.
Y si eso es así, no es de extrañar que ante ese ocultismo pernicioso los populares traten de animarse convocando un «gran acto» los próximos 23 y 24 de septiembre en Madrid para protestar contra la amnistía que Sánchez, pretende conceder a los independentistas a cambio de su apoyo en la investidura. Es lo menos que pueden hacer para por lo menos minimizar algo el daño que la democracia esta sufriendo en las manos de don Pedro.
Por cierto, si alguien no ha leído u oído la intervención de Aznar sobre la que la portavoz del Gobierno ha dicho barbaridades acusando a todo y a todos en un afán por ridiculizar a Feijoo y que ha tenido el efecto contrario aquí dejo los párrafos finales, que son la clave “no hay ningún Estado, cuyos dirigentes no hayan perdido literalmente la cabeza, que acepte ni siquiera como hipótesis una amnistía; que además de otorgar impunidad, convierte en legítima una gravísima intentona sediciosa contra la integridad constitucional, y que además es una invitación a volver a hacerlo. Ningún Estado que se pueda mirar directamente entre el concierto de las democracias en el que se hable de la autodeterminación existe en el mundo, para aceptar una autodeterminación explícita o camuflada como contrapartida para formar un Gobierno».
Y no hay tampoco un Estado que no avergüence a sus ciudadanos en el que se conceda carta de naturaleza a un prófugo de la justicia y se acepte que un eventual gobierno dependa de la voluntad de un golpista”