«Vamos a prohibirla. Desde noviembre, todos los productos sujetos a cambios de cantidad tendrán que señalarlo en las etiquetas para no engañar más al consumidor», avanzó Borne en una entrevista que publica este domingo el diario Le Parisien. Se trata de una práctica cada vez más extendida en Francia, según han denunciado las organizaciones de consumidores en las últimas semanas tras realizar visitas de investigación a los supermercados.
Añaden que en un buen número de casos el volumen embalado disminuye, y el precio no solo no baja sino que incluso aumenta. Un fenómeno que se ha producido en prácticamente todas las estanterías de los supermercados, como helados, bebidas y todo tipo de alimentos.
La cadena de distribución Carrefour, la más importante de Francia, comenzó la semana pasada a marcar por su cuenta los productos afectados, en un intento de mostrar que la responsabilidad es del fabricante. Las etiquetas de Carrefour dicen: «Este producto ha reducido su contenido y ha aumentado su precio», pero la organización «60 millones de consumidores» criticó que algunos de los artículos de la empresa también han disminuido su volumen sin bajar el precio.
La primera ministra también avanzó que los distribuidores de carburantes podrán vender productos a pérdidas -anulando una prohibición que data de 1963- para intentar romper la espiral inflacionista de los combustibles. Esa autorización se extenderá «durante un período limitado a algunos meses», señaló Borne, que prevé «resultados tangibles» para los consumidores sin que el Gobierno tenga que subvencionar los combustibles como hizo el año pasado tras la invasión rusa de Ucrania. Este año el precio de los carburantes ha subido como consecuencia del encarecimiento del petróleo debido a los recortes de producción de algunos grandes países productores de la OPEP y sus aliados (OPEP+), encabezados por Arabia Saudí.