Según los últimos datos, correspondientes a agosto, la tasa general de la inflación se elevó al 2,6%, mientras la subyacente bajó hasta el 6,1%. En detalle, los alimentos y bebidas no alcohólicas disminuyeron su variación tres décimas, hasta el 10,5%, algo en lo que influyó la estabilidad de la leche, queso y huevos, frente a la subida del año anterior, el descenso de los precios de las frutas y una menor subida de los precios de la carne y del pan y cereales respecto al mismo mes del año pasado.»El aumento de los precios de los alimentos españoles ya ha caído significativamente en los últimos meses, desde un nivel máximo del 16,6%. Hay indicios de que este movimiento a la baja continuará en la segunda mitad del año», comentan los expertos en un informe. Pero añaden que es probable que el enfriamiento de la inflación de los alimentos se desarrolle más lentamente en España que en otros países.
Entre las razones está que los productores de alimentos españoles están actualmente más inclinados a subir los precios que sus homólogos franceses y alemanes. «Esto puede explicarse por las condiciones locales. El clima extremadamente cálido y seco en España ha provocado una disponibilidad interna mucho menor de ingredientes como el trigo y el aceite de oliva, lo que aumenta principalmente los costos de los insumos de los productores de alimentos españoles», señalan. A esto hay que añadir que toda la cadena de producción de alimentos en la eurozona sigue enfrentándose a aumentos de costes debido al aumento de los salarios y los precios del combustible, lo que encarece el transporte de alimentos.
«Los productores seguirán transmitiéndolos al cliente final durante los próximos meses», dicen, asegurando que todos estos factores garantizarán que la inflación de los alimentos se mantenga obstinadamente alta, rondando el 7% o el 8% a finales de este año.
En los últimos meses, el precio del aceite de oliva se ha más que duplicado desde principios de 2020. España, el mayor productor de aceite de oliva de Europa, tuvo una mala cosecha durante la última campaña y las perspectivas para la próxima cosecha también son malas. «Durante los dos últimos veranos, el sector alimentario español se ha visto relativamente afectado por unas condiciones meteorológicas desfavorables. En consecuencia, parece poco probable que el precio del aceite de oliva vuelva a caer en el corto plazo», vaticinan los analistas de la entidad.
En general, esperan que la inflación de los alimentos siga siendo más volátil en la próxima década que en la anterior.