Buch alertó que si los impuestos se dirigen a los márgenes de interés sin tener en cuenta la provisión y los costes podrían afectar negativamente a los incentivos de los éstos para provisionar. Además, podría dificultar que los futuros inversores vean rentable la compra de acciones bancarias así como superar el coste del capital. Más si se tiene en cuenta que durante más de década, coincidiendo con la época de los tipos negativos, se acusaba a la banca de no ser rentable. Para el caso de los bancos españoles, el ROTE (return on tangible equity), éstos no han logrado superar hasta este año el 10% marcado antes del estallido de la burbuja inmobiliaria y que terminó alejando a inversores, que apostaban por otro tipo de acciones más rentables.
No es la primera vez que el organismo europeo ha mostrado su preocupación por estos tributos. Precisamente, el BCE lanzó recientemente una seria advertencia a Italia, cuyo tributo se aplica sobre el 40% de los beneficios, un cargo que este lunes el Gobierno italiano modificó para limitar la cantidad a abonar por parte de las entidades, dando la opción a estas de liberarse del pago en caso de que amplíen sus reservas de capital.
Con respecto al impuesto, el BCE argumentó que el gravamen “no tenía en consideración todo el ciclo económico, y no incluía los gastos operativos y el coste del riesgo del crédito”. Además, recalcó que no es proporcional a la rentabilidad a largo plazo de una entidad financiera y a su capacidad de generar capital.
Otros dos temas sobre los que versó la intervención de Buch estuvieron relacionados con la distribución de dividendos y los depósitos. En cuanto a los primeros, Buch admitió que el reparto de dividendo ha aumentado, una vez que se levantaron las limitaciones en septiembre de 2021, con el final de la pandemia. En ese sentido, el BCE pidió a los bancos que actuaran de forma prudente en un momento de cambio de ciclo en la política monetaria, con una postura más restrictiva que podría conllevar a un incremento de la morosidad.
Sin embargo, Buch señaló que «no me corresponde a mí decidir dónde poner el listón en términos de distribuciones. Si el banco nos asegura que se mantendrá por encima de nuestros baremos de supervisión en un escenario adverso suficientemente conservador, no nos interpondremos en estas distribuciones», recalcó. Eso sí, hay muchas necesidades de inversión destacó Buch, sin que perjudique la inversión en ESG, digital o ciberseguridad. No obstante, sus previsiones es que la época de dividendos elevados llegue a su fin, se estabilice y «volvamos a un mundo normal en el que los bancos empiecen a pensar en cómo hacer crecer su negocio».
En cambio, se mostró más dura con respecto a la escasa remuneración de los depósitos, que en la eurozona se sitúa en dos puntos por debajo de los tipos oficiales (la rentabilidad de las imposiciones a plazo fijo cerró julio en la zona euro en el 2,33% frente a los tipos de interés, que eran del 4,25%). En ese sentido, admitió que los bancos se han quedado rezagados, durante demasiado tiempo, pero sin que suponga una responsabilidad para el supervisor. Si algo no está funcionando correctamente en la competencia, lo que en su opinión es una preocupación política bien «por el impuesto o políticas de competencia», señaló.
Finalmente, Buch también hizo mención especial a los niveles de liquidez, que el conato de crisis financiero vivido en marzo puso sobre la mesa. Al respecto, no se trata tanto de endurecer los requisitos de forma generalizada, sino más bien de profundizar en los perfiles de liquidez y financiación de cada banco con atención a la volatilidad de las fuentes de financiación, la concentración de la misma, la capacidad de los bancos para acceder fácilmente a las facilidades del BCE. «Y habiendo examinado esto, los resultados son bastante positivos. Los bancos han desarrollado planes de financiación sólidos», insistió Buch.