En ese contexto las proyecciones macroeconómicas del BdE, señlan que el índice armonizado de precios al consumo (IAPC) terminará el año con una subida del 3,6%, frente al 3,2% que pronosticó en junio. Para 2024, espera que sea del 4,3%, frente al 3,6% que estimaba antes del verano. En cuanto al mismo índice, pero excluyendo la energía y los alimentos, el supervisor bancario pronostica subidas del 4,1% este año y del 2,3% el próximo año.“En el período estival se han observado un empeoramiento del contexto económico exterior y un repunte de los precios de la energía”, apunta en su informe.
Analicemos porque sucede esto, El precio de la energía ha vuelto a tensarse a pesar de que Europa ha ido progresivamente abandonando la dependencia de Rusia. Ni el gas ni el petróleo suponen un problema de abastecimiento para los países de la UE, pero el petróleo es uno de los principales culpables de que el IPC vuelva a repuntar. El barril de Brent ya coquetea con los 100 dólares y los analistas financieros lo ven en esos niveles e incluso por encima en las próximas semanas. Goldman Sachs elevó recientemente su pronóstico para el Brent a 12 meses de 93 dólares por barril a 100 dólares debido a “una reducción de inventarios modestamente mayor”, escribió el banco de inversión en una nota reciente fechada el 20 de septiembre.
Por su parte, el mercado gasístico tampoco da tregua. A pesar de que el estado de las reservas de gas natural en Europa es óptimo (ronda el 95% del total) el precio del megavatio se sitúa en los 34 euros en España durante la primera quincena de septiembre. Lejos quedan los 29 euros de mayo, cuando la inflación se redujo, aunque también se aleja de los 60 euros que se pagaban a inicios de año. Los futuros no son nada halagüeños y para los próximos meses se negocian en torno a los 40 euros.
Y como era de esperar, todas estas subidas terminan en las cadenas mas débiles, puesto que además de subir, desapareceran las protecciones que se habían activado en su favor,
Como por ejemplo sucederá con la tarifa PVPC que dejará de estar directamente vinculada al precio diario del mercado mayorista para indexarse a los mercados de futuros de un mercado que se llama OMIP.
Y todo ello llega finalmente al de otros muchos productos, entre ellos, los más básicos y relativos a la alimentación. Aunque el IPC general ha logrado situarse en tasas anuales más bajas que hace un año, se observa que los alimentos siguen encareciéndose por encima del 10%.
No hay mas que contemplar como, por ejemplo, el aceite se ha enfrentado a la sequía, por lo que los economistas esperan que aún continúe subiendo. La producción de leche y los huevos ha bajado por las fuertes temperaturas; la de azúcar ha disminuido por las menores cosechas y porque algunos productores han limitado sus exportaciones -España solo produce el 30% del azúcar que consume- y los piensos de los animales y los fertilizantes, que han duplicado su precio por la guerra de Ucrania, también están influyendo en la carne y otro sinfín de productos.
Y como no puede ser de otra manera, una inflación persistente tiene consecuencias para el crecimiento económico. Tanto es así que, de cara a 2024, el Banco de España cree que el producto interior bruto (PIB) avanzará un 1,8%, frente al 2,2% que estimaba en junio.
De esta manera, todas las previsiones coinciden en que la segunda mitad del año muestra cierta ralentización de la economía. Unos precios más elevados de lo que se esperaba hace unos meses provocarán que esa ralentización se prolongue aun mas en el tiempo.