Esta muestra, en colaboración con el Museu Nacional d’Art de Catalunya, reúne un conjunto de 69 obras en la sala C del edificio Jerónimos hasta el 14 de enero de 2024. El discurso visual ilustra como las imágenes estimularon los intercambios entre cristianos y judíos, pero también cómo contribuyeron decisivamente a difundir el creciente antijudaísmo que anidaba en la sociedad cristiana. Igualmente, se observa su utilización para estimular la conversión de los judíos y para justificar la sincera decisión de los nuevos cristianos. Por último, se destaca la creación de imágenes y escenografías en los primeros tiempos de la Inquisición.
Los frontales de Vallbona de les Monges, la Fuente de la Vida del taller de van Eyck o los retablos que realizó Pedro Berruguete para santo Tomás de Ávila, entre muchas otras, se unen a préstamos tan significativos como las Cantigas de Alfonso X el Sabio (Patrimonio Nacional), la Golden Haggadah (British Library) o el Fortalitium Fidei (Bibliothèque nationale de France), además de una relevante selección de obras procedentes de una treintena de iglesias, museos, bibliotecas, archivos y colecciones particulares nacionales e internacionales.
Seleccionada entre las 15 muestras imprescindibles de este otoño en Europa por la revista ARNET y, de las todas ellas, la única dedicada a un tema anterior al siglo XX, la exposición “El espejo perdido. Judíos y conversos en la España medieval”, comisariada por Joan Molina Figueras, jefe de Departamento de Pintura Gótica Española del Museo del Prado, y organizada en colaboración con el Museu Nacional d’Art de Catalunya, ofrece una sugestiva panorámica sobre el papel que tuvieron las imágenes en las relaciones entre judíos y cristianos en la España medieval (1250-1492).
El eje vertebrador de la exposición es la percepción que los cristianos tuvieron de los judíos y, a partir de 1391, de los conversos descendientes de judíos. La definición de una alteridad visual de estos dos colectivos estuvo determinada por razones religiosas, sociales, políticas y, al final, incluso raciales. En definitiva, por las creencias, miedos y ansiedades de los cristianos. Las imágenes de esta exposición nos recuerdan que, si bien la diferencia existe, la alteridad se construye.
Aunque numerosas obras destacan por su componente estético -y al respecto, sólo cabe indicar que entre sus autores encontramos sobresalientes maestros del gótico como Pedro Berruguete, Bartolomé Bermejo, Fernando Gallego o Bernat Martorell, entre otros-, la exposición también presenta un conjunto de piezas realizadas más allá de los cánones de la historia de los estilos -como caricaturas, sambenitos, grabados o bizarras esculturas. El objetivo es ofrecer una visión lo más completa y rigurosa posible de un tema que sólo podemos abordar desde una perspectiva que supere las fronteras tradicionales de la historia del arte.
Entre 1285 y 1492, las imágenes desempeñaron un papel fundamental en la compleja relación entre judíos, conversos y cristianos. Si, por un lado, fueron un importante medio de transferencia de ritos y modelos artísticos entre cristianos y judíos, al tiempo que propiciaron un espacio de colaboración entre artistas de ambas comunidades; por otro, contribuyeron a difundir el creciente antijudaísmo que anidaba en la sociedad cristiana. En este terreno, la estigmatización visual de los judíos fue un fiel reflejo del espejo cristiano, de sus creencias y ansiedades, y, con ello, un poderoso instrumento de afirmación identitaria. Tras la masiva conversión de judíos al cristianismo como consecuencia de los pogromos de 1391, las imágenes de culto se situaron en el centro de la polémica, convirtiéndose en la prueba para afirmar la sinceridad de los nuevos cristianos o, por el contrario, para acusarlos de judaizar. La extensión de estas imaginarias sospechas de herejía judaizante se encuentra en la base de la fundación de la Inquisición española en 1478. Consciente del poder de las imágenes, la nueva institución hizo un uso intensivo de las mismas, ya fuese para diseñar poderosas escenografías o para definir fórmulas de identificación visual de los conversos.
Una de las particularidades de esta exposición es la presentación de un conjunto de obras y programas absolutamente únicos en toda Europa, puesto que responden a las especiales circunstancias que determinaron las relaciones interreligiosas en los reinos peninsulares entre los siglos XIII y XV. Nos referimos a aquellas imágenes relacionadas con la polémica que afectó a los conversos, y que fueron concebidas, ya sea para estimular la conversión, ya sea para justificar la sincera decisión de los nuevos cristianos. Igualmente originales resultan los ciclos e imágenes concebidos en los primeros tiempos de la Inquisición española, tanto escenografías para las iglesias como obras de carácter propagandístico
La muestra reúne 71 obras realizadas con diferentes técnicas (pintura, escultura, miniatura, orfebrería, grabado, dibujo …) procedentes de casi una treintena de iglesias, museos, bibliotecas, archivos y colecciones particulares españolas y extranjeras.
“El espejo perdido. Judíos y conversos en la España medieval”
Museo del Prado
Hasta el 14 de enero de 2024