El precio ha regulado así la demanda, tanto interna como externa, y se han evitado escenas de desabastecimiento. Pero ahora España, como primer proveedor mundial –la mitad del aceite de oliva del mundo se produce en el país y principalmente, en Andalucía–, tiene el reto de recuperar la cuota de mercado perdida en esta espiral de precios y falta de oferta. Pico, director general de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (Asoliva), destaca que las ventas exteriores han descendido más que el consumo mundial, un 40% frente al 18%. “Alguien ha ganado cuota en este periodo”.
Las exportaciones tienen dos componentes, el mercado a granel y el de marcas. El primero, señala Pico, se mueve por el precio. A mayor coste de producción, menos margen y menos cuota de mercado. Ahora bien, resulta fácil de recuperar una vez se normalicen los precios. En el mercado de marcas, en cambio, la dinámica es diferente. Es más resistente, pero si se pierde cuota, cuesta recuperarla. “Ahí España deberá hacer un esfuerzo”, considera.
García Azcárate, investigador del CSIC y experto en política agraria, considera que el racionamiento de la demanda ya está hecho y con una producción de oliva para este campaña similar a la anterior, no tendrían que verse nuevos encarecimientos como los sufridos en los últimos meses. “Hemos llegado a un momento de meseta”, afirma. Tampoco se prevén descensos significativos. «Con los tres euros el kilo de aceite que se pagaba al agricultor hace dos años es imposible cubrir costes»
Las embotelladoras y la gran distribución, señaladas por las asociaciones de consumidores, defienden asimismo que con precios en origen que han llegado hasta los ocho euros –la cotización media ha sido de seis euros el kilo– no pueden reducir más los precios. “El 85% del precio de una botella es el propio aceite; a lo que hay que sumar el plástico, la logística, la distribución y los impuestos”, comenta Fernández, presidente de Anierac, la asociación de industriales envasadores y refinadores de aceites comestibles.
En cuanto a las acusaciones de especulación, Medina, secretario general técnico de Asedas, la entidad que agrupa a empresas de distribución como Mercadona, Lidl, Dia, Aldi o Consum, niega tal posibilidad por la propia naturaleza del producto. “No hay apenas capacidad de almacenaje para el aceite de oliva porque en las plataformas de distribución hay una gran rotación, se trata, además, de un producto de volumen, no de margen; nuestros márgenes se mueven entre el 1% y el 3%”, sostiene.
Pero no todos los eslabones de la cadena alimentaria desean una bajada importante de la cotización del aceite de oliva. “Nos hemos acostumbrado a tener un alimento excelente por muy poco precio y esto no es sostenible; con los tres euros el kilo que se pagaban hace dos años es imposible cubrir costes”, reflexiona Pascual, productor de aceite en la comarca catalana del Baix Penedès y miembro de Unió de Pagesos. En esta zona también han sufrido al máximo los efectos de la sequía. Con una parcela de 40 hectáreas, la campaña pasada Pascual produjo 25.000 litros de aceite y este año espera una cuarta parte.