Los datos macroeconómicos publicados desde la última reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) han dejado claro que la economía estadounidense sigue avanzando y que no se prevé una recesión a corto plazo. El crecimiento anualizado cercano al 5% registrado en el tercer trimestre no sólo fue muy superior a las expectativas, sino que se trata del ritmo de expansión más rápido desde finales de 2021. Los consumidores estadounidenses siguen sin inmutarse por las estrictas condiciones financieras (las ventas minoristas crecieron al ritmo más rápido de los últimos quince meses en términos trimestrales en septiembre), y el mercado laboral sólo ha mostrado ligeros indicios de enfriamiento. El informe de empleo del mes pasado fue sin duda fuerte, la media trimestral de creación de empleo alcanzó su nivel más alto en seis meses (+266 000), mientras que las peticiones iniciales al subsidio por desempleo siguen siendo notablemente bajas.
Antes del periodo de bloqueo del banco, las dos semanas previas a las reuniones del FOMC en las que los miembros no hablan públicamente, el presidente de la Fed, Jerome Powell, volvió a hablar de la fortaleza de la economía estadounidense. Powell reiteró la posibilidad de nuevas subidas de tipos debido al crecimiento por encima de la tendencia y su impacto en la inflación, al tiempo que afirmó que la política monetaria «no era demasiado restrictiva». Citó el actual conflicto en Oriente Medio como fuente de incertidumbre, aunque, en realidad, el impacto directo sobre el crecimiento estadounidense será probablemente insignificante. La conclusión para la Reserva Federal es que no hay recesión a la vista, y los responsables de la política monetaria podrán mantener los tipos más altos durante más tiempo, sin desencadenar un colapso de la economía.
Dicho esto, creemos que los impresionantes datos del PIB de la semana pasada no son suficientes para obligar a la Fed a llevar a cabo otra subida de tipos en el ciclo actual. Nuestro razonamiento es triple: la inflación subyacente estadounidense sigue moderándose, el aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro está endureciendo las condiciones monetarias y los datos económicos aún no reflejan por completo el impacto de las anteriores subidas de tipos. Tal y como se esperaba, la inflación subyacente de Estados Unidos descendió en septiembre al 4,1%, el nivel más bajo en dos años, mientras que la medida preferida por la Fed de los precios al consumo, la inflación subyacente del PCE, ha caído al 3,7%, su nivel más bajo desde mayo de 2021. Cabe mencionar que la inflación general ha subido ligeramente, aunque esto se debió principalmente a un repunte del volátil componente del combustible.
Tal vez la inclusión más destacable en los recientes comunicados de la Fed ha sido la idea de que el aumento de los rendimientos de la deuda pública estadounidense alivia la presión sobre el FOMC para que siga subiendo los tipos de interés, una opinión que han expresado varios miembros del comité desde la última reunión. Dada la magnitud de la reciente subida de los rendimientos de los bonos del Tesoro, estamos de acuerdo: el rendimiento de referencia a 10 años subió la semana pasada por encima del 5% por primera vez en más de dieciséis años, lo que implica una subida de más de 130 puntos básicos desde mediados de julio. Según Powell, la Fed está «atenta» a esta evolución, dado el impacto de los cambios en las condiciones financieras sobre la senda de la política monetaria.
Esta semana no se publicarán previsiones económicas ni de los tipos de interés actualizadas, por lo que toda la atención se centrará en la retórica de Powell. Es probable que sus comunicados sigan siendo mixtos. Esperamos una valoración optimista de la actividad económica, y que la Fed reitere que la expansión ha continuado a un «ritmo sólido». Powell también puede decir que será necesario un período de crecimiento por debajo de la tendencia para llevar la inflación hacia el objetivo, y que un «aterrizaje suave» sigue siendo un escenario probable. Sin embargo, esta postura de línea dura sobre la actividad económica puede estar impregnada de cautela. Es probable que Powell vuelva a mencionar el impacto del aumento de los rendimientos del Tesoro en un endurecimiento de las condiciones financieras, al tiempo que señalará la guerra en Oriente Medio como fuente de incertidumbre.
En estos momentos los mercados de futuros descartan casi por completo una subida inmediata, y sólo asignan una posibilidad entre tres a que se produzca otra subida de 25 puntos básicos a finales de enero. Si la Fed insinúa que los sólidos datos de actividad recientes plantean la posibilidad de un mayor endurecimiento, esto podría dejar cierto margen para una subida del dólar. Sin embargo, con toda probabilidad, creemos que Powell no se comprometerá con nuevas subidas y que mantendrá la puerta abierta a más subidas de tipos, sin intentar dirigir al mercado en ninguna dirección. Como mínimo, creemos que la Fed insistirá en que los recortes de tipos no están sobre la mesa en el corto plazo. Dado que los mercados esperan que el ciclo de flexibilización empiece en junio de 2024, y descuentan más de 70 puntos básicos de recortes el año que viene, esto también podría ser alcista para el dólar.
El FOMC anunciará su última decisión de política monetaria el miércoles a las 20.00 horas (CET), y la rueda de prensa del presidente Powell tendrá lugar 30 minutos más tarde.