Los bancos centrales tendrán que mantener los tipos de interés más altos durante más tiempo, ya que la inflación sigue siendo persistentemente elevada, y la flexibilización demasiado pronto podría deshacer los avances logrados con tanto esfuerzo para anclar las expectativas de inflación.
Sin embargo, este entorno de costos de endeudamiento más altos durante más tiempo presagia presiones de financiamiento sostenidas para los gobiernos. Eso significa que los gobiernos tendrán que consolidar sus finanzas para reconstruir los amortiguadores y garantizar que su deuda sea sostenible. La mayoría de las economías del G-20 están preparadas para recortar el gasto y aumentar los ingresos en los próximos años, pero en muchos casos el personal técnico del FMI recomienda un esfuerzo fiscal aún mayor para garantizar un margen suficiente para responder a futuros shocks y nuevos desafíos fiscales.
En medio del probable lastre del endurecimiento monetario y fiscal, tanto las economías avanzadas como los países de mercados emergentes y en desarrollo deberían considerar la posibilidad de llevar a cabo reformas estructurales, como las destinadas a hacer más eficientes los mercados de productos y de trabajo, para respaldar el crecimiento económico. Si bien las recetas exactas variarán según el país, un estudio reciente del FMI muestra importantes beneficios potenciales de las llamadas reformas de primera generación en las economías de mercados emergentes y en desarrollo que, a su vez, pueden tener efectos secundarios beneficiosos para las economías avanzadas.
Como muestra el gráfico de la semana, la combinación de una política macroeconómica más restrictiva de lo previsto actualmente en muchas economías, en particular en las economías avanzadas, con reformas estructurales prioritarias puede impulsar la producción económica del G-20 hasta en un 0,7% durante 2025-28 en relación con las proyecciones actuales. Eso es según nuestro último informe preparado para el grupo, cuyos miembros son responsables de alrededor de cuatro quintas partes del producto interno bruto mundial.
Si bien los ajustes macroeconómicos recomendados pesarían sobre el producto de las economías avanzadas del G-20 en los próximos años —debido a una consolidación fiscal más estricta de lo previsto-, reducirían sustancialmente la carga de la deuda pública y los desequilibrios comerciales entre las economías del G-20. Y la carga sobre la producción se vería más que compensada si los cambios fueran acompañados de las reformas estructurales recomendadas. El ritmo y la composición de la consolidación fiscal deben proteger a las personas más vulnerables para garantizar resultados inclusivos y equitativos.
Este informe del G-20 sigue a la última edición de Perspectivas de la Economía Mundial del FMI, que pronostica que el crecimiento se desacelerará del 3,5% el año pasado al 3% este año y al 2,9% el próximo, una leve rebaja desde julio. Las proyecciones a cinco años vista han bajado de un máximo del 4,9 por ciento hace una década al 3,1 por ciento para 2028, el pronóstico más bajo desde 1990.
Las débiles perspectivas de crecimiento en medio de una mayor incertidumbre, una inflación mundial aún elevada y un espacio fiscal limitado plantean muchos desafíos a las autoridades. Por lo tanto, si bien algunas recomendaciones del FMI pueden parecer difíciles en ese momento, nuestro informe destaca consecuencias más optimistas: la desinflación, la reconstrucción de los márgenes de maniobra para ayudar a manejar futuros shocks y la perspectiva de un crecimiento más sólido y equilibrado.