Superaba no sólo a la de países del Sur de Europa –Portugal (16%), Italia (11%) y Grecia (4%)–, sino también a la de Francia (15%) y, sobre todo, la de Alemania (10%). Son datos analizados por Funcas en el último Focus on Spanish Society, que destaca la importancia del aprendizaje de adultos en tanto que proporciona al individuo una herramienta contra el desempleo, ajusta las cualificaciones laborales a las necesidades del mercado de trabajo y fomenta el desarrollo y bienestar personales.
En un contexto en el que la formación permanente está adquiriendo gran importancia por la rápida evolución del mercado laboral mundial y el cambio demográfico, el Plan de Acción del Pilar Europeo de Derechos Sociales establece como objetivo para 2030 que al menos el 60% de las personas adultas participen en actividades de formación todos los años. Sin embargo, los últimos datos disponibles muestran que, en el conjunto de la Unión Europea, se está muy lejos de ese objetivo, con diferencias significativas entre países. Suecia (39%), Dinamarca (30%), Países Bajos (29%) y Finlandia (29%) cuentan con los porcentajes más elevados. Por el contrario, en algunos países de Europa del Este, como Bulgaria, Croacia, Rumanía, Polonia o Hungría, además de Grecia, los porcentajes son inferiores al 9%.
La educación de adultos es especialmente importante para la población desempleada, ya que ofrece una vía de reinserción laboral. Así, en la mayoría de los países europeos, las tasas de participación en la educación de adultos son más elevadas para los desempleados que para los ocupados. Suecia encabeza el grupo tanto para los trabajadores empleados como para los desempleados, con tasas del 37% y del 52%, respectivamente, lo que subraya el compromiso del país con el aprendizaje permanente. Países Bajos, Dinamarca y Finlandia le siguen de cerca en cuanto a personas empleadas, pero presentan algunas diferencias notables cuando se trata de desempleados, lo que sugiere estrategias nacionales diferentes para estos grupos.
En España, la participación en actividades formativas entre los desempleados (20%) es superior a la media de la UE27 (14%), aunque sustancialmente inferior a la de los países nórdicos.
Cabe señalar que la educación de adultos es más común entre las personas que ya tienen un alto nivel educativo. En todos los países europeos se observa una tendencia consistente: las personas con estudios superiores participan en mayor medida en iniciativas de aprendizaje permanente. En otras palabras, la formación genera un círculo virtuoso, estimulando la adquisición de más formación.
Las disparidades educativas en el aprendizaje de adultos en España son notables: la proporción de personas con educación universitaria que participan en el aprendizaje de adultos (26%) casi cuadruplica la de personas con niveles de educación secundaria obligatoria o inferiores (7%). Es decir, las personas con mayor riesgo de desempleo apenas participan en el aprendizaje permanente, lo que pone de manifiesto un problema al que hay que hacer frente para evitar que aumenten las diferencias educativas y de cualificación entre la mano de obra, con el consiguiente incremento de las desigualdades sociales.
Aprendizaje de una lengua extranjera en la formación profesional
El aprendizaje de idiomas se ha considerado tradicionalmente un punto débil de la educación formal en España. Sin embargo, hoy día todos los alumnos de primaria y secundaria (obligatoria y bachillerato) estudian una lengua extranjera, de forma mayoritaria el inglés. No en todos los países europeos las escuelas incluyen el aprendizaje obligatorio de una lengua extranjera para los alumnos de primaria. Así, en Bélgica y Países Bajos menos de la mitad de ellos aprenden una lengua extranjera en este primer nivel educativo, mientras que en Alemania el porcentaje también es inferior al 60%.
Aunque el aprendizaje de lenguas extranjeras se ha universalizado en la enseñanza escolar general, está ausente en muchos de los programas de formación profesional. Junto con Portugal y Grecia, pero también con Alemania, Dinamarca y Países Bajos, España está entre los países en los que el sistema de formación profesional concede una importancia secundaria al aprendizaje de idiomas. En España, menos de la mitad de los alumnos de formación profesional (44%) aprenden una lengua extranjera. En cambio, en muchos países europeos no existen diferencias significativas en la oferta de enseñanza de una lengua extranjera entre los alumnos de formación no profesional y los de formación profesional.
La comunicación en una lengua extranjera es clave ante la globalización, los movimientos migratorios entre países y la transformación digital. En este último caso, el dominio del inglés, la lengua franca del mundo digital, permite además aprovechar mejor todo el potencial de las herramientas digitales.