De materializarse este riesgo, ha añadido Hernández de Cos, podría tener un «efecto negativo» en la confianza y en los mercados financieros, y en particular, generaría un aumento «significativo» de los precios de la materias primas energéticas, lo que generaría «un nuevo ‘shock’ negativo de oferta». Ante la eventual materialización de este riesgo y su impacto en la inflación, el gobernador ha señalado que la reacción de la política monetaria podría ser «diferente» a la que surgió a raíz de la guerra en Ucrania, dado que, si bien en el corto plazo generaría un aumento de la inflación, desde la perspectiva de la inflación a medio plazo –«que es relevante para el BCE»– sus efectos podrían ser «mucho menores».
En primer lugar, ha añadido, debido a que la política monetaria mantiene ahora una postura «claramente restrictiva» y, a modo de ejemplo, ha apuntado que el tipo de interés de la facilidad de depósito es del 4% frente al -0,5% antes del inicio de la guerra en Ucrania.
Asimismo, ha apuntado que la actividad de la zona del euro es ahora «muy débil», en comparación con el fuerte repunte que experimentó después del Covid y que acompañó el inicio de la guerra de Ucrania.
Eso sí, Hernández de Cos ha advertido de que para que la política monetaria tenga una reacción «tan diferente» ante la eventual materialización de este shock de oferta, sería crucial que las expectativas de inflación en el medio plazo se mantuvieran ancladas en 2% y que los efectos de segunda ronda sobre los salarios y la inflación sean limitados.