Una hora después de abrir los mercados en Europa, cotiza en los 2.088 dólares, aunque durante esta madrugada ha llegado a subir hasta los 2.135,39 dólares por onza. La subida del metal precioso se explica por la perspectiva cada vez más alentada -y participada incluso por los comentarios de algunos miembros de los bancos centrales- de que los tipos de interés se recortarán el próximo año, pudiendo la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos comenzar los recortes a mitad de 2024 y rebajarlos hasta en 100 puntos para el final del año, según algunas firmas y casas de análisis. El oro y el dólar mantienen una relación inversa; esto es, un dólar fuerte abarata al oro -ya que cotiza en esta divisa- y un dólar débil lo encarece, ya que harían falta más «billetes verdes» para pagar su precio.
En el presente ejercicio, el metal precioso ha llegado a superar en distintas ocasiones la cota simbólica de los 2.000 dólares, como el pasado octubre por el estallido del conflicto palestino-israelí, en tanto que su anterior máximo anual, en los 2.063 dólares, lo alcanzó el pasado mayo por la tensión en el conflicto ucranio y los coletazos derivados de la crisis de la banca regional estadounidense así como la quiebra de Credit Suisse del pasado marzo.