El último Papeles de Economía Española, publicación editada por Funcas, está dedicado a Europa y a su posible crisis existencial en un momento de incertidumbre ante el cambio del orden internacional surgido tras la Segunda Guerra Mundial y el desconocido nuevo mundo que se está configurando. En el monográfico, titulado “La Europa del futuro”, Tamarit repasa los distintos shocks sufridos por la UE desde 2008 -la crisis financiera, la pandemia y las consecuencias de la invasión de Ucrania- y pone de manifiesto la necesidad de una mejora en el mix de las políticas macroeconómicas, dando mayor protagonismo a la política fiscal y a las reformas estructurales en un nuevo marco de cogobernanza, donde un pacto político se convierte en un requisito necesario. Para el autor, la política económica ha ido transitando desde una posición de dominio monetario a otra de dominio fiscal, convirtiendo al Banco Central Europeo en el policy maker de último recurso, lo que tiene claras limitaciones.
Torres y Sánchez analizan cómo los sucesivos shocks de los últimos años han mermado el crecimiento de la economía europea, a la vez que plantean la necesidad de afrontar desafíos energéticos, tecnológicos y geopolíticos. Pero la capacidad fiscal de los países para realizar por sí solos estas transiciones se ha reducido, especialmente en las economías más endeudadas, las más expuestas a la espiral de tipos de interés. El papel estabilizador de la política fiscal se ve limitado por la reactivación inminente de las reglas fiscales y por el cambio en las condiciones financieras en los mercados de capitales. Por tanto, es importante buscar una mayor capacidad fiscal común, poner en común los recursos para posibilitar una política económica de conjunto.
Un desafío de la magnitud del que afronta Europa subraya la importancia de responder de forma conjunta a los riesgos comunes. Gadea y Martínez se centran en los fondos Next Generation (NGEU) y en las nuevas respuestas de la UE relacionadas con la invasión de Ucrania, el repunte de la inflación y la crisis de los mercados energéticos. Los autores proponen la creación de un fondo europeo destinado a financiar los objetivos climáticos europeos, lo que podría requerir la prolongación del NGEU. Sería un instrumento clave ante la proliferación de subsidios industriales y medidas proteccionistas en EEUU, que podrían derivar en una posible guerra comercial entre ambos lados del Atlántico. Por otro lado, el Plan Industrial de Cero Emisiones de la UE incluye la relajación del marco europeo de ayudas de estado, lo que podría llevar a una carrera de subsidios entre Estados miembros y poner en riesgo el mercado interior.
La creación de un fondo comunitario para financiar la transición climática debería estar estrechamente vinculado a la reforma de las reglas fiscales. Una capacidad fiscal central diseñada para financiar bienes europeos, con la adecuada condicionalidad, también permitiría a los Estados miembros alcanzar posiciones presupuestarias sostenibles.
Este número de Papeles de Economía Española también concentra su atención en las posibles transformaciones sectoriales de la economía europea. D’Adamo y Sapena explican la nueva política industrial europea, al servicio del compromiso de la UE con mercados globales abiertos, aunque con la necesidad de dotarse de una cierta autonomía estratégica. Según el artículo, Europa no puede quedarse al margen de los países creadores de las nuevas tecnologías y asistir como mera espectadora a la batalla entre EEUU y China por la supremacía tecnológica. En el terreno financiero, la mayor parte de las empresas tecnológicas que lideran el sector tienen su base en EEUU o en países asiáticos. El stock de capital en tecnologías de la información y la comunicación, las TIC, representa en la zona euro un 7,6% frente al 10,9% en EEUU.
Costa-Campi y Jové-Llopis se centran en la política energética de la UE y analizan los efectos del cambio climático y el reto que suponen las restricciones en las fuentes tradicionales de energía, manteniendo un equilibrio en los tres pilares básicos del sistema energético: seguridad de suministro, competitividad y sostenibilidad medioambiental. Las autoras describen las medidas de emergencia tomadas por la UE y los desafíos a medio y largo plazo. A su juicio, a pesar de la mayor estabilidad en la situación energética durante el primer semestre de 2023, sigue habiendo muchas incertidumbres y desafíos que no pueden ser olvidados una vez finalicen las medidas de emergencia. Uno de ellos es la pobreza energética, problema con profundas conexiones con la política medioambiental y energética. La protección social supone un alivio en el corto plazo para las familias más vulnerables, pero estas medidas deben ser complementadas con otras estructurales con repercusión a medio y largo plazo. La mejora de la eficiencia energética, el despliegue de energías renovables a nivel doméstico y el fomento de las comunidades energéticas, entre otras, son acciones en las que la UE debe seguir trabajando para asegurar un suministro de energía limpia, asequible y segura que garantice un nivel de vida digno.