Las previsiones de los inversores sobre la flexibilización de la política monetaria en la eurozona han aumentado significativamente en los dos últimos meses, debido a la debilidad de los datos de actividad económica y a una nueva caída de las presiones sobre los precios. A finales de noviembre, tras la publicación del último informe de inflación, se produjo un aumento especialmente pronunciado de las apuestas sobre los recortes de tipos. Así las cosas, los mercados anticipan el primer recorte de tipos en marzo (60% descontado) y un total de 130 puntos básicos de recortes en 2024.
El informe de inflación correspondiente a noviembre es digno de mención. La tasa de inflación general se desaceleró bruscamente, hasta el 2,4% (desde el 2,9%), y la tasa subyacente cayó al 3,6% (desde el 4,2%), ambas caídas mucho mayores de lo esperado. Si bien estas cifras siguen siendo demasiado altas, especialmente la tasa subyacente, la tasa general se sitúa ahora a menos de 0,5 p.p. del objetivo del BCE, por lo que el progreso en la lucha contra la inflación es evidente.
Aunque se publican con cierto retraso, los indicadores de actividad económica del bloque común apuntan a una economía al borde de una recesión superficial o que ya se encuentra en ella. Varios indicadores basados en encuestas han mejorado últimamente, aunque los índices PMIs clave se mantienen cerca de sus mínimos recientes y muy por debajo del nivel de 50 que separa la expansión de la contracción. Los datos recientes sobre préstamos del BCE también confirmaron que la política monetaria del banco ha sido bastante efectiva para frenar la demanda, lo que es una mala noticia para el crecimiento y positiva para las perspectivas de inflación. El frágil estado de la demanda interna y la reciente desaceleración de la inflación sugieren que se podría producir un cambio en la política monetaria en un futuro no muy lejano.
El BCE ya ha reconocido la cambiante realidad económica hasta cierto punto. El ala dura del banco central ha estado bastante tranquila últimamente y, quizás la representante más destacada de esta facción, Isabel Schnabel, señaló en una entrevista reciente que las subidas de tipos están ahora fuera de la mesa. Las actas de la reunión de octubre del banco central también tenían un trasfondo moderado. Además de confirmar que una nueva subida de tipos no está incluida en el escenario base del banco, sugirieron que las preocupaciones sobre las perspectivas económicas han aumentado.
Es poco probable que los datos de actividad económica publicados desde la última reunión del BCE alivien las preocupaciones del banco central sobre el crecimiento. Sin embargo, el informe del IAPC puede permitir un mayor optimismo sobre la inflación y, en nuestra opinión, debería alentar al Consejo de Gobierno a cambiar su tono ligeramente hacia una postura moderada. Al mismo tiempo, creemos que es demasiado pronto para un cambio significativo en la postura política del banco, y que el movimiento hacia la flexibilización será muy gradual, particularmente teniendo en cuenta que el BCE tiene un historial de ser uno de los bancos centrales más cautelosos del G10.
En nuestra opinión, la presidenta de la institución, Christine Lagarde, intentará mantener un perfil bajo durante su rueda de prensa y se abstendrá de ofrecer cualquier información que pueda considerarse orientación futura. Si bien Lagarde no puede negar los avances en el frente de la inflación, puede intentar suavizar el mensaje sugiriendo que la lucha contra la inflación aún no se ha ganado, enfatizando también la incertidumbre sobre las perspectivas. En cuanto al crecimiento, también podría optar por no sonar demasiado pesimista y señalar que lo peor podría haber pasado o, al menos, que algunos datos basados en encuestas se están moviendo en la dirección correcta. También podría oponerse a las agresivas expectativas del mercado sobre los recortes de tipos, lo que podría ser crucial para el euro. Una indicación clara de que es demasiado pronto para considerar recortes de tipos probablemente respaldaría a la moneda común.
Los comentarios sobre las reinversiones en el marco del Programa de Compras de Emergencia frente a la Pandemia (PEPP por sus siglas en inglés) también pueden ser motivo de atención. Está previsto que las reinversiones continúen hasta finales de 2024, aunque algunos comentarios recientes de la presidenta Lagarde sugieren que esto se discutirá pronto (no nos sorprendería que se trate el tema en la reunión de diciembre). Además del tono de los comunicados de Lagarde, los mercados también se fijarán en las previsiones económicas trimestrales actualizadas. La atención se centrará en el alcance de las reducciones esperadas en las proyecciones de crecimiento e inflación a medio plazo, y en las nuevas perspectivas a más largo plazo, ya que el banco incluirá por primera vez el año 2026 en sus proyecciones.
Dado el cambio agresivo en las expectativas sobre los recortes de tipos del BCE en las últimas semanas, el listón para una sorpresa moderada parece muy alto. Es difícil que el BCE pueda avivar significativamente las expectativas del mercado sobre la flexibilización de la política monetaria, lo que sugiere que los riesgos para el euro están sesgados al alza antes de la reunión. Sin embargo, si Lagarde no logra enfatizar elocuentemente la postura política del banco, o si las «fuentes del BCE» cuestionan el mensaje de la reunión, como ha sucedido con alarmante regularidad en el pasado reciente, no podemos descartar por completo cierta depreciación de la moneda común.