En una carta dirigida a los 16.000 empleados de la compañía el viernes, Blanco traslada un mensaje de «tranquilidad y continuidad» para añadir que llega dispuesto «a trabajar duro, a sumar y a hacer todo lo posible para que Renfe siga creciendo, evolucionando y mejorando el servicio que prestamos a la sociedad».
En efecto, Blanco debe concluir la revisión del Plan Estratégico 2019-2028, para ajustarlo al nuevo escenario en que se mueve la compañía, tras la liberalización de la alta velocidad y la irrupción de nuevos operadores en 2021, y en el que la internacionalización es un eje central. En los seis años que restan, el Plan debe preparar los servicios públicos (Cercanías y Media Distancia) para la futura liberalización del sector, impuesta por la Unión Europea. La compañía espera pasar en este proceso de trabajar en régimen de monopolio a ser el operador de referencia.
Al tiempo, en alta velocidad tendrá que lidiar con sus competidores Iryo (italiano) y Ouigo (francés) y ofrecer un producto capaz de batirse con el avión, al que ya ha restado cuota de mercado, y con el vehículo particular. En este campo, la compañía puso en marcha en 2021 su tren de alta velocidad y bajo coste, el Avlo, que de momento solo opera rutas entre Madrid, Cataluña y Valencia, pero que está llamado a convertirse en un modo que alcance todos los destinos.
Igualmente, deberá preparar Renfe Mercancías -donde ya compite con una decena de operadores- para ser una actividad sostenible, de la mano de un socio estratégico que dote de mayor flexibilidad y de capacidad logística al negocio, en un momento de fuerte competencia.
Blanco tiene ante sí el reto de incrementar la actividad internacional, que aspiran a que aporte el 10% de los ingresos del grupo en 2028, para lo que se ha constituido recientemente Renfe Proyectos Internacionales. En este ámbito, el asunto más acuciante es retomar la operativa en Francia, después de que hace un año la ferroviaria pública francesa SNCF decidiera poner fin de forma unilateral a la sociedad Elypsos, conjunta con Renfe, que prestaba el servicio de alta velocidad entre los dos países.
Ya se han iniciado las pruebas de los AVE que circularán en las líneas Barcelona-Lyon y Madrid-Marsella, que prevé comercializar antes del verano. En el caso del Barcelona-París confía en conseguir el certificado de seguridad para trabajar la línea antes de fin de año.
Esta será la primera ocasión en que Renfe operará en solitario en un país extranjero, un movimiento que espera replicar a continuación en otros mercados, especialmente en Centroeuropa, aprovechando la liberalización de las obligaciones de servicio público (OSP). Para ello, cuenta con una participación del 50% en la checa Leo Express, que le da entrada en Alemania, Eslovaquia, República Checa o Polonia y no descarta alianzas puntuales en otros mercados europeos.
También los países árabes están en el punto de mira de la operadora española para sus proyectos de alta velocidad, tras la positiva experiencia en la operación del AVE que une Medina con La Meca, en Arabia Saudí, que transporta más de 350.000 viajeros al mes (por encima de las cifras del AVE Madrid-Barcelona). El proyecto en Estados Unidos del AVE entre Houston y Dallas está pendiente de que los promotores consigan financiación con fondos federales, momento en el que empezaría la construcción de la infraestructura.
La operadora española participa igualmente (en consorcio con la ingeniería DB e Ineco) en los proyectos Rail Baltica, para la explotación de la línea que unirá las tres capitales bálticas entre sí y con la red europea; y Tren MayA, en México, en el que será el «operador sombra» del contratante, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo.
La ferroviaria se propone acelerar los plazos de ejecución de los diferentes contratos de compra de nuevo material. Ya ha comprado 539 nuevos trenes, cabezas tractoras y locomotoras de viajeros y mercancías, con una inversión de 5.500 millones de euros, con los que aspira a tener la flota más moderna de Europa en un plazo de 3 años. Antes de 2026 pondrá en circulación los 31 trenes (ampliados a 38) del contrato con CAF para Cercanías, especialmente para Asturias y Cantabria, que han generado un terremoto político tras conocerse que los diseños no se ajustaban a los gálibos máximos y que provocaron la dimisión de Táboas y el cese de la secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Isabel Pardo de Vera.
Además, está pendiente de recibir 30 trenes de la serie 106 fabricados por Talgo, que está homologando los vehículos, y ya han finalizado las primeras pruebas en vía para después ponerlos en servicio en alta velocidad. La transición energética le toca de lleno a la compañía, el primer consumidor de energía eléctrica de España, y para ello trabaja para surtirse en un 100% de fuentes renovables, aumentar el autoconsumo y reducir su factura.
En 2022, Renfe, con 16.000 empleados, redujo las pérdidas un 70%, hasta los 108,6 millones de euros, de los que se dejó 95 millones en el primer trimestre como consecuencia de la extensión de la variante ómicron del coronavirus en esos meses, que redujo la venta de billetes un 21% por debajo de las previsiones.