A partir del próximo 5 de febrero, cuando entre en vigor la prohibición de la UE de comprar productos petrolíferos rusos, es mas que probable que los precios de la gasolina y el diésel se disparen, y es que la prohibición, que persigue estrangular las finanzas rusas para socavar su esfuerzo de guerra en Ucrania, tendrá sin embargo también un efecto pernicioso en el precio de los carburantes.
Como todos el mundo sabe, Europa sigue dependiendo todavía en gran medida de Rusia para su abastecimiento de diésel. En noviembre, por ejemplo, el 44% de las importaciones de este combustible procedieron de Rusia, según datos del proveedor global de datos e infraestructura del mercado financiero Refinitiv. El motivo de esta dependencia es el desacoplamiento que hay entre la oferta y la demanda en Europa. Todos los días, faltan en el continente 1,3 millones de barriles de gasóleo que hay que comprar fuera del continente.
Desde el sector argumentan que el déficit productor tiene que ver en buena medida con la estrategia energética de la Unión Europea. Su fuerte apuesta por desengancharse lo antes posible de los combustibles fósiles está provocando que las inversiones del sector en este negocio hayan caído en los últimos años. Hasta tal punto que, según datos de la patronal europea del sector de refino, Concawe, en los últimos doce años, se han cerrado 26 refinerías en el continente, lo que ha reducido la capacidad de refino en un 18%, aumentando así la dependencia de terceros países.
En este contexto de déficit de producción y dependencia de Rusia, si la oferta se va a reducir aún más [con la entrada en vigor de las sanciones el 5 de febrero] y la demanda se va a mantener, o incluso a crecer si llega el frío, lo más previsible es que los precios del gasóleo suban considerablemente en los próximos meses, también en el mercado español, advierten estas fuentes.
Los presidentes de Repsol y Cepsa también advirtieron del efecto negativo que tendrá esta prohibición sobre el precio de los combustibles al presidente del Gobierno, durante su encuentro en el Foro de Davos. Imaz, presidente de Repsol, y Wetselaar, presidente de Cepsa, reiteraron su apoyo a las decisiones comunitarias, pero expusieron las consecuencias que tendrá esta decisión para los ciudadanos.
Ambas compañías aseguraron que España no va a tener problemas de suministro porque nuestro país no depende en exceso del gas ruso, pero habrá que prestar atención a la evolución del precio del diésel, sobre todo teniendo en cuenta que el 70% de las ventas de coches son aún de combustibles fósiles. Desde el sector de las estaciones de servicio, explican que “el diésel se compra mediante contratos anuales que tienen muchos sumandos, el más importante de los cuales es la cotización internacional del propio diésel. Si el embargo a Rusia provoca escasez y esa cotización se incrementa, eso se traslada al coste de lo que tú pagas aunque no compres directamente gasóleo ruso”, avisan.