Del” así no se puede gobernar” de la vicepresidente Diaz a «lo que ocurrió el miércoles no puede volver a repetirse», de otro ministro no hay mucha diferencia y ambos resumen el estado de ánimo de la cúpula socialista. Pero ahí no acaban los comentarios de este fin de semana emitidos y escuchados sin necesidad de forzar las preguntas de unos y otros. «Esto no es soportable durante cuatro años»; «fue desastroso, Junts nos mata, es verdad que la gente es disciplinada, sabe lo complicado del escenario, pero por dentro está abrasada, esto es lo que se esperaba, pero nos vamos a cocer a fuego lento»; «Junts hace su trabajo, pero nosotros tenemos que negociar antes de aprobar los decretos leyes y las leyes, de lo contrario esto nos pasará cada vez»; «después de esto, todos hemos quedado vacunados, todos: tenemos una diversidad de apoyos parlamentarios que hay que saber gestionar, nuestra gente no quiere que acabe esta legislatura y apoya el fondo de los decretos, pero las formas nos han pasado por encima»; «aguantamos por pura lealtad al partido y a Pedro, pero no se puede negociar con los pantalones en los tobillos, hay mucho enfado latente, pero mucho».
El problema es que el habitante de la Moncloa necesita de esos votos independentistas que Puigdemont maneja a su antojo para seguir con su capricho de vivir en La Moncloa y disfrutar de los lujos y bagatelas que proporciona el poder, así que o se rompe ese modo de entender la política de uno y otro en beneficio personal o seguiremos viendo como Sánchez sigue cediendo y cediendo con tal de aguantar una semana mas en el poder.
No estamos ante otra disyuntiva que esa mezquina y ruin personalización del poder en beneficio de los intereses personales de uno y otro. Todo lo demás sobra y solo la quiebra de los intereses de alguno de los dos romperá el matrimonio de intereses en el que se ha convertido España. .