Así se recoge en un artículo con el título ‘¿Quién está a cargo de la Unión Europea?’ en el que afirma que durante décadas había un proyecto europeo “predecible” en el que Francia y Alemania eran los dos actores dominantes, pero ahora, tras la pandemia y la guerra en Ucrania, no hay “un liderazgo claro”.
La revista señala que el “viejo modelo” de dominio de franceses y alemanes “lleva mucho tiempo chirriando” y, a medida que Europa se enfrenta a sucesivas crisis, toma forma “una geografía de poder nueva y más fluida”.
Entre las cuestiones que se destacan de esta última etapa en la que ha cambiado el equilibrio comunitario, se apunta a la defensa y la ampliación de la UE hacia el este, que ha dado una “nueva voz” a los vecinos de Ucrania en Europa Central. Asimismo, el ascenso de China y la perspectiva del “resurgimiento del ‘trumpismo’” ha llevado a la UE a reconsiderar sus acuerdos económicos “a menudo siguiendo líneas estatistas francesas”. Por último, la cuestión climática ha “reforzado” el valor de “tomar medidas a nivel colectivo”, algo que se ha favorecido por las “instituciones cuasi federales” de la Unión.
Así, ‘The Economist’ considera que mientras Angela Merkel era la “líder indiscutible” del continente, su sucesor como canciller alemán, Olaf Scholz, “no ha asumido a su cargo”. Además, cree que, aunque “muchos esperaban” que el presidente francés, Emmanuel Macron, aprovechara esta situación, se ha visto afectado por la situación política “cada vez más tensa” en su país y la actitud “segura de sí misma” que ha “irritado” a sus colegas europeos.
No obstante, la revista considera que Francia está consiguiendo imponer su pensamiento en términos económicos, en busca de una mayor autonomía europea. Así, destaca que las normas europeas que prohibían a los Ejecutivos “mimar” a sus industria “fueron archivadas” durante la covid-19 y nunca se recuperaron. “La idea francesa de que Europa tuviera una política industrial alguna vez fue tabú. Ahora es el enfoque aceptado”.
En este contexto, y ante la ausencia de Alemania con motivo de su complicada coalición gubernamental, el texto apunta que Macron podría haber buscado “alianzas útiles”. Es aquí cuando menciona la política “caótica” de España, que habría limitado su “apetito” de influir más en el debate europeo. También apunta que el “populismo de extrema derecha” de Giorgia Meloni en Italia “dificulta el trato con el ‘mainstream’”, mientras que Países Bajos está “perdiendo” a su antiguo primer ministro, Mark Rutte, y el polaco Donald Tusk “tiene problemas en casa”. Así las cosas, ‘The Economist’ considera que “quizás el mayor beneficiario de este vacío hayan sido las instituciones centralizadas de la UE en Bruselas”, bajo el mando de Ursula Von der Leyen. Explica que esta situación comenzó con la covid-19 y los fondos de recuperación, que le han permitido “canalizar el dinero de manera que coincida con sus propias prioridades”. La revista pone de ejemplo cómo Hungría y Polonia vieron paralizados los envíos de dinero por “obstaculizar el estado de derecho”.
“¿Es esta la señal de una Europa federal en ascenso, de un superestado europeo en ciernes? Para países como Hungría y Polonia, puede parecer que así es. Pero existen límites a los poderes de la Comisión”, explica la revista, que define a Von der Leyen como “lo más parecido a una líder europea en estos días”. Sin embargo, subraya que “su poder aún depende de que otros la sigan, incluso si, como se espera, se le conceda un segundo mandato a finales de este año”. Así, el artículo se centra en los próximos comicios al Parlamento Europeo, que tendrán lugar el próximo mes de junio. Una cuestión aparece en el horizonte: el ascenso de los partidos populistas de extrema derecha. El análisis señala que “se espera que ganen terreno” en unos comicios que constituyen “una manera de reajustar el orden europeo”. ‘The Economist’ recuerda aquí que a los populistas les ha ido bien en Países Bajos y Eslovaquia pero “no así en Polonia y España”.
“La fuerza más poderosa en la Europa de posguerra –un consenso blando a favor de los valores liberales y el Estado de derecho– puede verse amenazada”, señala la revista, que advierte que, tras las elecciones, la atención se dirigirá a Estados Unidos, donde una nueva victoria de Donald Trump “sería recibida con horror generalizado”.