En una encuesta a un millar de personas en España, la citada consultora pregunta qué tipo de medidas debería implementar el Gobierno para luchar contra la inflación en los alimentos, con seis opciones posibles. Las dos más elegidas, con un 45% cada una, son las relativas a la limitación directa de la cesta. La primera, establecer “un precio máximo para una cesta media de consumo”, y la segunda, consistente en poner un límite porcentual al incremento de precios en una categoría de producto. Ambas suman un 90% de respaldo, al que se suma un 3% que apoyaría otro tipo de restricciones fijadas por la administración. Solo un 7% respondió que el Estado no debe intervenir, mientras que un 23% cree que deberían permitirse descuentos más agresivos, y el 7% restante, subvencionar los cheques de comida
El respaldo en España a las limitaciones de precios por parte de la administración es mayor que en el resto de los países que forman parte del estudio. En Austria, las opciones que apoyan estas medidas sumaban un 91% de las respuestas, porcentaje que se reduce al 82% en Francia y Alemania, y al 80% en Holanda y Reino Unido.
De estos países, solo Francia arrojó un crecimiento del IPC alimentario inferior al de España en enero, según los datos de Eurostat. El mayor porcentaje fue en Alemania, con un alza anual del 20,5%. En el caso del Reino Unido, el crecimiento fue del 16,8%.
Pese a ello, el estudio de Oliver Wyman refleja que los españoles son los que tienen una mayor percepción de que los precios están subiendo, sobre todo en carne, huevos, lácteos, frutas y verduras. Estos, además, culpan en mayor medida a los comercios por “explotar a su favor la espiral inflacionista”. Un 16% señala a los fabricantes y el 33% a partes iguales. “No nos estamos forrando, es una crisis de costes”, dijo el jueves el presidente de la patronal del gran consumo Aecoc, Ignacio González