Gracias a ellos, hoy se puede disfrutar de todo tipo de platos en la ciudad de Valencia sin olvidarnos por supuesto de su indiscutible arroz en paella en sus múltiples opciones , pero sin dejar al margen las nuevas tendencias y su aplicación a ese maravillosos producto con el que los restaurantes valencianos cuentan por sui proximidad a una de las huertas mas ricas en las que se pueden encontrar de casi todo y a unos pocos kilómetros de distancia, lo que no deja de ser un lujo que otros no pueden ni soñar. Si a ello se suma la proximidad del mar es probable que estemos ante una de las gastronomías mas ricas y con mas posibilidades de nuestra geografía y que, por fin empieza a explotar con una generación de chef de difícil superación. Uno de ellos es Quique Barella.
El idilio de Barella (Grao, Valencia) con la cocina comenzó siendo él muy joven; sus padres tenían un bar de barrio, por lo que con 14 años ya sabía de primera mano lo que era trabajar en la hostelería. Barella cursó los estudios de Dirección de Cocina en la Escuela de Hostelería Costa de Azahar de Castellón. Tras finalizar su formación, pasó por grandes restaurantes como El Celler de Can Roca, Café de Oriente o Ca Sento. En 2003 y hasta 2006 fue jefe de cocina del restaurante El Alto de Colón, donde consiguió un Sol Repsol; a partir de ahí, desempeñó las funciones de chef ejecutivo del Grupo El Alto durante 12 años. Además, en 2008 fue nominado a Cocinero Revelación de España en Madrid Fusión. Con el corazón siempre palpitando por su tierra natal, en 2012 abrió su propio restaurante en Valencia, Q de Barella, junto a su mujer, Elsa Fuillerat; cerró sus puertas en 2016 y durante ese tiempo obtuvo diferentes reconocimientos, como la distinción Bib Gourmand de la Guía Michelin. Además, Quique ha ejercido como docente y formador de cocina, y tuvo un programa televisivo en la cadena Canal Cocina.
Con todo este background es fácil suponer que su llegada a Marina Beach Club puede suponer un gran salto para este local, uno de los mejor situados en Valencia para hacer de el un templo de la gastronomía local, porque la situación y la ambientación del espacio es única. Su ubicación, a pie de playa, en Las Arenas con el mar al fondo es envidiable. Además, la decoración, realizada por empresas de la zona como Andreu World, Gandía Blasco, Point, Skyline, Vondom e Iluminación Flos, que firman el mobiliario o la iluminación, esta influenciada por dos elementos decorativos que destacan: un olivo y una lámpara de madera de vareta firmada por el artista fallero Manolo García. Con forma de medusa, está realizada con este material flexible, que habitualmente se emplea en las fallas y cuya maleabilidad permite crear formas originales. Esto se une a las líneas depuradas y a los tonos naturales que priman en el salón.
Los comensales pueden comenzar el recorrido en Marina Restaurante con entrantes como la ensaladilla (con langostinos, zanahoria, encurtidos y mayonesa de txangurro), el aguachile de gamba y lubina (con jugo de lima y manzana verde), las croquetas caseras (de jamón ibérico, bogavante, espinacas con queso ricotta y chipirón), los huevos fritos acompañados de gamba cristal, patatas paja y emulsión de marisco, la tortilla de bacalao con cebolla caramelizada y el pulpo braseado sobre una espuma de salsa verde y polvo de avellanas y café. Entre las ensaladas, la de tomate valenciano con anchoas y ventresca de atún con tres cebollas encurtidas y granizado de gazpacho.
El apartado de pescados y carnes cuenta con una variada oferta: bacalao a la vizcaína, dorada entera y a la brasa, lubina de lonja con ligero pilpil y cremoso de coliflor, albóndigas al Jerez, steak tartar de solomillo, txuleta New York Steak, una jugosa hamburguesa bañada en salsa de queso cheddar o el jarrete meloso de cordero lechal (cocinado a baja temperatura, con parmentier de patatas y jugo de cordero) son algunas de las propuestas, que pueden ir acompañadas de patatas fritas, pimientos del piquillo o verduras al Josper como guarniciones.
Pero, sin duda, el plato estrella de Marina Restaurante son los arroces. El equipo cuenta con el asesoramiento del reputado maestro arrocero Juan Carlos Galvis para ofrecer al cliente la mejor versión de este plato, ya sea en sus formas más clásicas o en sus vertientes más innovadoras. Entre los arroces secos, la carta incluye la clásica paella valenciana y de verduras, que se suman al arroz negro, del senyoret, de pato con setas, de bogavante o de txuleta madurada; los arroces melosos incluyen especialidades de verduras, pollo campero o marisco. La fideuá también tiene su hueco con dos opciones: de boletus y foie y de pescado y marisco de Gandía. Entre los postres, el arroz con leche, el flan casero de yema de huevo con chantilly al Armagnac envejecido o la tarta de queso (una mezcla de crema, mascarpone y azul).
Aquellos que quieren darle un toque internacional a su experiencia gastronómica en Marina Restaurante tienen a su disposición una carta de comida japonesa. De esta propuesta destacan las gyozas, el sashimi de atún o de salmón, la ensalada de wakame o diferentes tatakis, además de diferentes nigiris —de atún, gambas o salmón—, baos y urakamis, ramen o noodles. En el apartado de postres, no falta uno de los grandes clásicos nipones, los mochis.
Con todos estos prolegómenos se entiende que nuestra opción no era otra que probar los arroces, pero antes pudimos disfrutar con dos muestras de esa evolución que ha experimentado la cocina de Marina Beach de la mano de su nuevo chef la ensaladilla y las croquetas de bacalao. La primera eta elaborada con langostinos, zanahoria, encurtidos y mayonesa de txangurro, Es decir se trata de una muy buena evolución de la ya tradicional ensaladilla apoyada en esa materia prima de cercanía que las manos y el buen hacer de una cocina aportan y que son la clave del éxito de cualquier local. Las croquetas de bacalao son también una buena muestra de la creatividad y de las posibilidades de disfrutar de unos pequeño-gran bocado mientras se espera la llegada de un gran arroz que siempre resulta complicado a ls comensales que como en nuestro caso deben esperar la llegada de la esperada paella.
Y así fue. Esta vez Barella nos sorprendió con una de cangrejo de la que mi acompañante y yo dimos buena cuenta, pues de un buen arroz en paella no debe de dejarse ni un solo grano.
Como no podía ser de otra manera terminamos este mas que agradable y sabroso almuerzo a l orilla del mar Mediterráneo probando los postres que compartimos: la tarta de queso y la torrija. La primera es una elaboración realizada con crema, mascarpone y queso azul que se deshace en la boca , mientras que la torrija esta realizada con un brioche muy ligero que explota con todo su sabor cuando se degusta,
La bodega del restaurante, visible para los clientes y con una sorprendente cava vertical acristalada, está compuesta por más de 165 referencias nacionales e internacionales, con una importante presencia de vinos de las distintas denominaciones de origen de la Comunidad Valenciana. Hay propuestas de vinos tintos, blancos, rosados, generosos, dulces, espumosos y champagnes.
MARINA RESTAURANTE
Marina Valencia
Edificio Marina Beach Club, 46011 (Valencia)