Ahora el grupo se prepara para un aluvión de bajas -saldrá la «gran mayoría» el próximo 1 de marzo- que supondrá un reajuste de los equipos que se alargará durante semanas, según explican fuentes conocedoras. Ya en el programa de hace dos años supuso todo un reto logístico para reorganizar equipos y departamentos, especialmente en provincias más pequeñas.
Este 14 de febrero se comunicó formalmente a los 3.420 afectados la salida de la compañía. Y en los próximos días se irán firmando las desvinculaciones de la multinacional. No hay una cifra oficial que se haya comunicado a los sindicatos de los que saldrán ahora. Será una cifra mayoritaria. El último día de trabajo para este grupo será el 29 de febrero. Hay otras fuentes que hablan de que podrían superarse las 3.000 salidas de una tacada.
El resto serán esas salidas diferidas que se irán posponiendo por razones de actividad. Por ejemplo, existen las centrales de cobre que se cerrarán definitivamente en abril pero que necesitarán equipos para todo este proceso. Estas bajas se producirán en las semanas y meses siguientes. El tope está, según el acuerdo pactado en el ERE, en marzo de 2025. Esta cifra de partidas es muy superior a las más de 2.600 que se produjeron en 2019 y a las 2.300 de 2021. Y en el primer caso incluso se llegó a contactar con proveedores y plantear medidas para amortiguar los recortes significativos, especialmente en provincias más pequeñas.
La compañía lleva desde hace semanas, y ahora de manera más intensa, analizando en cada área la coordinación y los diferentes ajustes que se tendrán que efectuar en la organización del día a día. El proceso llevará cierto tiempo. Hay que tener en cuenta que estas más de 3.400 salidas representan uno de cada cinco empleados que sumaban las tres filiales afectadas por el despido colectivo -Telefónica de España, Móviles y Soluciones-.
Más allá de las salidas voluntarias también se han perfilado y comunicado definitivamente los vetos. Según las cifras totalmente cerradas, se habían presentado 457 solicitudes en lo que se conoce como áreas críticas señaladas en las tres filiales. La operadora pactó con los sindicatos un tope del 35% para estas divisiones. No se admitieron en principio 244 de esas solicitudes. Pero ante la posibilidad de que hubiera huecos para llenar la totalidad de las plazas hasta las 3.420, la empresa ha accedido a incluir 24 ‘extra’.
Existe cierto malestar entre ese grupo de vetados ante la elevada cifra de voluntarios en el resto de divisiones, por el temor a despidos forzosos, lo que ha llevado a que no exista la posibilidad de abrir más la mano. Entre esas divisiones críticas, dentro de Telefónica de España se han incluido a varias del negocio para empresas (B2B), todo el mayorista (comercialización y desarrollo de negocio) y hasta cuatro en la dirección de Operaciones, Red y Tecnología de la Información, conocida internamente con el acrónimo de ORTI. En Telefónica Móviles, la otra gran filial por trabajadores pero muy lejos de la cabecera, la distribución es muy similar.
Tras este ajuste que se completará definitivamente a lo largo del año la plantilla de las tres grandes filiales españolas se situará en los 13.000 trabajadores. Incluso con la fusión de Orange y Másmóvil, seguirá estando como líder absoluto en plantilla. En el año 2019, las plantillas de las tres sumaban algo más de 18.300 personas para una facturación de la división local de de 12.700 millones (694.000 euros por trabajador). Para este año, los analistas esperan unos ingresos de unos 12.600 millones. Los ahorros que generará este recorte laboral se verán a partir del próximo año -285 millones anuales-. En 2024 se tendrá que abordar la provisión de unos 1.300 millones para enfrentar las indemnizaciones y las rentas a abonar, además de la compensación al Tesoro Público por la prestación de desempleo.