En este sentido, respecto al negocio industrial, prevé inversiones netas de entre 5.500 millones y 6.800 millones de euros entre 2024 y 2027 en sus instalaciones −seis de ellas ubicadas en la península ibérica- y desarrollar productos de bajas emisiones, como los combustibles renovables, el hidrógeno renovable y el biometano. Según la compañía, estas iniciativas requerirán de inversiones en un rango de entre 2.000 y 3.000 millones de euros, «condicionadas a la evolución del marco regulatorio y fiscal en España».
En este contexto, y no sin cierta desconfianza espera que las palabras del presidente Sánchez, «no caigan en saco roto» y se modifique el gravamen extraordinario. Es mas, el ejecutivo vasco ha recordado que la Comisión Europea aseguró que ese tipo de impuestos extraordinarios no tenían sentido pues van contra la seguridad del suministro y pueden perjudicar el fuerte volumen de inversión que necesita el sector energético para su descarbonización.
Imaz, que se define como «el CEO más aburrido del mundo», ha descartado grandes operaciones en renovables y ha señalado que Repsol seguirá con su forma habitual de dar entrada a socios con un 49% de la instalación como ha hecho con Pontegadea, y entiende que será muy difícil repetir peraciones del tamaño de las estadounidenses Hecate o ConnectGen o Asterion Energies, que han impulsado el crecimiento en renovables del grupo, así como cualquier posible escisión en uno de sus negocios.
Por otra parte, se mantiene el compromiso de sacar a bolsa el negocio de ‘upstream’ en el primer trimestre de 2026 según el compromiso adoptado en el acuerdo con EIG. Ha explicado que la salida se producirá en el mercado anglosajón, previsiblemente en Estados Unidos. De todas maneras, Imaz ha destacado que Repsol es «una compañía española, fuertemente afincada en España y lo va a seguir siendo».