Según los últimos datos disponibles de WindEurope, Europa alberga unos 250 centros de producción, lo que supone el 31% de los 800 que hay operativos en todo el mundo. Alemania y España son los países mejor posicionados, con 82 y 41 instalaciones, respectivamente. Además, son los dos únicos en los que se ensamblan todas las piezas que componen un aerogenerador. Por su parte, China es el principal mercado con el 45% de los centros (360). De este modo, la patronal pide que bajo la Ley de Industria Net-Zero, que aprobará Bruselas para competir con los subsidios de Estados Unidos, se flexibilicen las normas para otorgar ayudas estatales y se facilite así el acceso a financiación para la construcción de nuevas plantas e infraestructuras. Siemens Gamesa anunció a principios de febrero su intención de construir una fábrica de nacelles de aerogeneradores ‘offshore’ en el estado de Nueva York, mientras estudia la venta de dos de sus filiales especializadas en la fabricación de componentes de aerogeneradores, que en total cuentan con 13 plantas, 8 de ellas en España, y que dan empleo a 1.100 trabajadores.
Bajo el escenario actual, con costes que aumentan a un ritmo mayor que los ingresos previstos de los fabricantes de turbinas, WindEurope estima que se desarrollarán 20 GW de nueva potencia eólica cada año hasta 2027. «No es suficiente para alcanzar los objetivos de energía y clima de la UE», apunta. En su opinión, se necesitan 31 GW nuevos cada año hasta final de década y para conseguirlos se debe continuar simplificando la concesión de permisos. También pide más inversiones en fábricas, redes, puertos, embarcaciones y mano de obra.
«Alemania está liderando el camino. Ha duplicado su tasa (de concesión) de nuevos permisos de energía eólica terrestre en comparación con hace tres años. Su tiempo promedio para conceder los permisos se ha reducido a dos años. Otros deben seguir su ejemplo”, indica el consejero delegado de WindEurope, Giles Dickson, subrayando que la burocracia sigue siendo el principal cuello de botella para el desarrollo de la eólica. El fabricante danés Vestas ya advirtió en su presentación de sus resultados de 2022 de la lentitud de los procesos de obtención de permisos en Europa.
«Los últimos datos sobre pedidos de turbinas eólicas en Europa en 2022 pintan un panorama extremadamente preocupante», asevera la asociación. La situación actual del sector no casa así con los objetivos planteados por la UE, que aspira a que haya alrededor de 500 GW eólicos operativos para 2030, frente a los 255 GW que había al cierre del curso pasado.
Por otro lado, señala que se han producido una serie de «intervenciones poco útiles» en el mercado eléctrico por parte de diferentes Estados miembro, aunque no señala a ninguno en concreto. En España, las grandes energéticas se han venido quejando de que las últimas medidas aprobadas por el Gobierno pueden ahuyentar inversiones y todas se han lanzado en tromba a recurrir el impuesto energético. Como ejemplo, Iberdrola indica que incumple la Constitución Europea y el Derecho europeo, mientras que desde Repsol apuntan que «los mensajes populistas solo sirven para dificultar la actividad empresarial, provocar desconfianza en los inversores, reducir la inversión y la actividad económica, disminuir la recaudación de impuestos y poner en riesgo el empleo industrial».
En este sentido, desde WindEurope defienden que la próxima reforma del mercado eléctrico que la Comisión presentará en marzo «debe restaurar urgentemente» la confianza de los inversores. «Debe dejar claro que las medidas de emergencia son temporales y que deben armonizarse entre los Estados miembro. Los contratos por diferencia (CfD) desempeñarán un papel clave para las nuevas inversiones, pero también se debe permitir a los inversores financiar sus proyectos mediante acuerdos de compraventa de energía (PPA) y sobre una base puramente comercial si es lo que mejor les funciona», sentencia.