En concreto, este 29 de febrero 103.586 personas causaron baja en la Seguridad Social, una cifra que resulta paradójica puesto que prácticamente coincide con el número de empleos medios creados en el mes -aunque no hay que confundir un dato con el otro, puesto que estos 103.000 empleos perdidos son los del último día del mes, en total a lo largo de febrero las bajas son más de 50.000 más-.
La paradoja es que la mayoría de estos puestos de trabajo terminan recuperándose rápido, incluso el primer día del mes siguiente, por lo que en muchos casos ni siquiera podría hablarse de una destrucción de empleo real. Pero la pérdida de un contrato, aunque se supla con otro días más tarde, influye en la planificación económica y familiar de las personas, y esa es la razón por la que uno de los objetivos de la reforma laboral era terminar con esta costumbre española de renovar los contratos por meses, sustituyéndolos por contratos indefinidos, aunque fuesen fijos discontinuos.
Por eso no debe hablarse de despidos, sino de bajas, ya que en su mayoría se trata de finalizaciones de contratos que pronto se renovarán. Para combatir esta práctica, la reforma laboral incluía pequeñas multas para las empresas que abusasen de los contratos temporales inferiores a 30 días: tienen que pagar una cotización a la Seguridad Social adicional de 26 euros por cada contrato que den de baja. Y cuantos más contratos den de baja, mayor es el desincentivo: por un contrato de 10 días, deben pagar 26 euros; por dos de cinco días, 52 euros, y así sucesivamente.