Dos de cada diez euros de la economía española se producen en Madrid. La comunidad que reúne en un mismo espacio la capital de España, la mayor parte de las sedes de las empresas del Ibex 35 y un gran número de las multinacionales de la península; concentró en 2022 el 19,9% del Producto Interior Bruto (PIB), cerca de 0,9 puntos porcentuales más que Cataluña, en la que habitan un millón de personas más.
Según los datos macroeconómicos recogidos por Fedea con series que se remontan al año 1955, Madrid ha sido tradicionalmente la región más rica de España en términos de PIB per cápita. Tras unos años de convergencia entre las economías más pobres y más ricas después de la transición, la brecha de Madrid con el resto de regiones de la península se hace más grande y su PIB per cápita fue casi un 40% superior a la media nacional -frente a cerca de un 29% más del País Vasco, un 16% de Cataluña o, en sentido opuesto, un 26% por debajo del promedio nacional de Andalucía-.
La industria tradicional fue la clave tras el éxito de Cataluña durante el siglo XX, pero la especialización en servicios profesionales, financieros y de alto valor añadido han movido el centro de gravedad de la economía hacia Madrid en el siglo XXI. Desde los años 80 el sector secundario ha venido perdiendo peso en detrimento del terciario, por lo que muchas regiones como Asturias han notado una pérdida de relevancia económica. «Está pasando en todas las economías avanzadas. En general, las zonas que hasta ahora eran más dinámicas por concentrar mucha industria manufacturera han perdido peso», explica Artola, profesor de Economía de Estructura Social y Población en la Universidad Carlos III de Madrid.
Al igual que las fábricas premiaban la concentración geográfica, los servicios tienen a concentrarse en centros urbanos que les permitan economías de escala, empresas de mayor tamaño o mejor conectividad. «Eso en general está ocurriendo en Madrid. En Barcelona no es que no esté ocurriendo, pero proporcionalmente ocurre menos que en la capital», detalla Artola.
Los servicios públicos y privados han impulsado la economía de la Comunidad de Madrid. Así lo cree el economista jefe para España de BBVA Research, Miguel Cardoso: «Si lo que buscas es una buena consultora, lo que necesitas es una diversidad de personas que ofrezcan servicios muy diferentes, con formaciones heterogéneas que se complementan los unos a los otros. Para esto, necesitas cierto nivel de escala que otras ciudades, sobre todo de ambas Castillas, no tenían. Básicamente, vemos que Madrid se ha beneficiado mucho de todo ese capital humano que se ha formado alrededor de su centro y que ha emigrado para potenciar este crecimiento de los servicios».
La especialización de Madrid en los servicios de alto valor añadido ha dado a la ciudad una mejor posición relativa que otros polos nacionales. El profesor de la Carlos III afirma que para el desarrollo de los sectores terciario «el tamaño de la empresa, su red de proveedores y el perfil demográfico de los trabajadores importa», factores en los que la urbe cuenta con ventaja, sobre todo para grandes capitales internacionales a los que Madrid les permite acceder a la Unión Europea. Por otro lado, está el efecto capitalidad que concentra en Madrid gran parte de las agencias e instituciones públicas del Estado. Según los datos de julio del Ministerio de Función Pública, de los 528.190 trabajadores de la administración estatal 158.996 viven en Madrid (el 30% del total). «Este fenómeno es común a otras capitales europeas», detalla Cardoso. No obstante, esto se da junto a un «vaciamiento» alrededor de la ciudad que no es tan común en el entorno europeo.
Los recursos públicos invertidos también juegan su parte. Las grandes obras de infraestructura han favorecido a Madrid. Myro, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, señala la primera década de los 2000 como punto clave en este apartado. Capital público en España, un informe publicado en 2015 por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), muestra cómo entre 1995 y 2011 la Comunidad de Madrid recibió el 14,76% de las inversiones públicas, frente al 12,96% de Cataluña. «Solo hay que ver las carreteras interiores de Madrid y Barcelona. En Madrid se pecó de exceso, pero en Barcelona de escasez», comenta Myro.
En los últimos diez años, Madrid ha estado participando en una carrera a la baja en lo que se refiere a impuestos. Un contribuyente que solo obtiene rentas del trabajo, es soltero y menor de 65 años, que gane 30.000 euros anuales podrá pagar en 2024 un 8,71% menos si tributa en Madrid en lugar de en Cataluña -la autonomía de régimen común en la que más paga ese rango de ingresos, con 5.039,55 euros al año-. Si gana hasta 45.000 euros, se ahorrará un 8,2% si en lugar de pagar en Cataluña lo hace en Madrid, donde se pagan 8.886,31 euros anuales, según los cálculos del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF), perteneciente al Consejo General de Economistas. Las diferencias rondan el 15% en los tramos más altos del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) si se pagan en Madrid o en Valencia -la autonomía que más grava esas rentas-.
Los expertos consultados valoran que la fiscalidad es un factor más, pero no el gran atractivo para la explosión económica de la capital. «Lo que nos dice la evidencia es que bajar el IRPF o el [Impuesto de] Sucesiones y donaciones es relevante, pero que su efecto es relativamente bajo con respecto a otros factores que considera la gente para mudarse a una ciudad, como es la disponibilidad de un empleo», concluye el economista de BBVA Research.