La subida ha sido mayor de lo esperado por el comportamiento de los productos energéticos, cuyo aumento interanual ha pasado de -4,7% en febrero a 1,6% en marzo. El factor que más ha contribuido a este ascenso de los precios ha sido la subida del IVA de la electricidad, que explica tres de las cuatro décimas que subió la inflación general. Los combustibles también se encarecieron en marzo.
La tasa de inflación en los alimentos elaborados se redujo hasta el 4,7%. Entre los componentes más volátiles, los alimentos no elaborados registraron una bajada de precios del 0,2%, lo que recortó su tasa de inflación hasta el 3,1%. El subgrupo cuya evolución resulta más preocupante es el de servicios. Mientras que los alimentos y los BINEs han reducido su inflación, los servicios han mantenido la suya. Si bien se había movido a la baja durante la segunda mitad de 2023 y enero de este año, repuntó en febrero hasta el 3,9%, nivel en el que se ha mantenido en marzo. Los componentes con mayores tasas de inflación de forma persistente son los paquetes turísticos, hoteles y otros alojamientos, y seguros, seguidos de ciertos servicios recreativos y restaurantes.
La subida del precio del petróleo, más la persistente inflación de los servicios, han conducido a una revisión de las previsiones. Ahora se espera una tasa media anual del 3,2% –una décima más que en marzo–. La subyacente registrará también una media anual del 3,2%. Ambas seguirán por encima del 3% al final del año. Para 2025 se prevé un descenso de ambas hasta el nivel del 2% en el segundo semestre. Las medias anuales serán del 2,3% y del 2,4% en la general y la subyacente, respectivamente.