A salvo de miradas, ruido y polución, este coqueto espacio aguarda al visitante para brindarle una experiencia gastronómica íntima. En sus mesas bajas se puede disfrutar de la oferta de cocina del restaurante, una cocina non stop rica en técnicas e ingredientes y ajena a las modas pasajeras.
Joaquin Felipe pertenece a esa quinta de cocineros que, desde los 90, han impulsado la gastronomía española. En su caso, la madrileña en particular. En Atocha 107, su apuesta personal, reinterpreta muchas de las recetas tradicionales como las alubias de Tolosa o el solomillo Chateaubriand. Pero su devoción por el producto le lleva también a incorporar platos «desnudos» como las gambas alistadas o los carabineros en sartén, el pastrami artesano o el pollo campero asado.
Todo esto y mucho más se puede degustar en el jardín oculto de Atocha 107, sin olvidar que las mesas altas están destinadas a encuentros de corte informal, en los que simplemente tomar una bebida, desayuno, café o picoteo.
Atocha 107