Los compromisos fijados por el regulador a Cepsa para el cierre de la operación suponen la desinversión en cuatro de los puntos de venta de Ballenoil.
Con esta operación, que se anunció en noviembre del pasado año, la energética controlada por Mubadala y Carlyle amplía su negocio de estaciones de servicio, superando así los 2.000 gasolineras en el mercado ibérico -unas 1.500 de ellas en España- y se consolida como el segundo operador del mercado nacional, tan solo por detrás de Repsol, que suma más de 3.300 puntos de venta.
Durante los últimos años Cepsa había ido incrementado su red de estaciones de servicio con pequeñas adquisiciones, como las de la compañía IS-XXI o las de los grupos Villanueva, Mateo y Paz –consolidando su presencia en áreas puntuales–, pero nunca en una operación como la del tamaño de Ballenoil.
Cepsa señaló que mantendrá la marca Ballenoil, así como su modelo de negocio y actual estructura, para consolidar su posición en el segmento ‘low cost’ y ofrecer al mercado una gama de combustibles con precios económicos que faciliten la movilidad en un contexto de alta volatilidad en el precio de la energía, mayor inflación y fuerte crecimiento en la demanda del modelo ‘low cost’.
Además, según el pacto, la red de estaciones Ballenoil desarrollará un plan de crecimiento para alcanzar las 500 estaciones en 2027. Asimismo, la compañía dirigida por Maarten Wetselaar se fija como objetivo convertir a Ballenoil en el referente en materia de sostenibilidad en el segmento ‘low cost’, para lo que reforzará progresivamente la oferta de puntos de recarga eléctrica e incorporará la venta de biocombustibles.