A mediados de los años 90, el 24% de los jóvenes de esas edades reconocía fumar a diario, mientras que en 2023 esa proporción había caído 16 puntos porcentuales, hasta el 8%. Así lo ponen de manifiesto las Encuestas sobre el Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES), que Funcas ha analizado con motivo del Día Mundial sin Tabaco, que se celebra hoy y que la Organización Mundial de la Salud dedica este año a la protección de los niños y los jóvenes.
En los últimos tiempos, el impacto de las pantallas y las redes sociales ha adquirido tanta importancia en la discusión sobre los riesgos sociales a los que están expuestos niños y adolescentes que otros riesgos, como el del consumo de sustancias adictivas, parecen haber pasado a segundo plano. La preocupación por los «riesgos de última generación» no debería hacer olvidar estos otros riesgos más “tradicionales”, entre los que el consumo de tabaco ocupa un lugar destacado.
Los datos disponibles evidencian el menor consumo juvenil de tabaco en España. Hace 30 años un tercio de los jóvenes de 14 a 18 años había consumido tabaco “en los últimos 30 días” (32,5%). En 2023, los que así lo declaraban apenas superaban una quinta parte (21%). La reducción cobra mayor relieve si se compara con la evolución del consumo de otras drogas como el alcohol y el cannabis, sustancias cuyo consumo no ha mantenido esa tendencia constante a la baja, si bien está menos extendido que el del tabaco.
Al analizar los datos sobre consumo de tabaco, llama la atención la mayor prevalencia entre las estudiantes a lo largo del periodo observado (1996-2023). Si bien ellas fuman de media menos cigarrillos que ellos, presentan, año tras año, un porcentaje más alto de consumo de tabaco. Así, al contrario de lo que sucede en la población general, entre los 14 y los 18 años la proporción de mujeres que consumen tabaco a diario es más alta que la de los hombres.
Sin embargo, la caída más rápida del consumo de tabaco entre las estudiantes de secundaria ha contribuido a acortar las diferencias de género. En 1996, el 38% de ellas había consumido tabaco en los últimos 30 días, en comparación con el 26% de ellos, una diferencia de 12 puntos. En 2023, esta brecha se había reducido a cuatro puntos, con un 23% de consumo entre las mujeres frente al 19% entre los hombres. En cuanto al consumo diario, la reducción de las diferencias entre chicos y chicas ha sido tal que desde 2012 prácticamente han desaparecido, a pesar de que en 1996 alcanzaban los nueve puntos porcentuales (el 28% de los hombres y el 19% de las mujeres).
Un contrapunto negativo a la disminución del consumo de tabaco entre los jóvenes es el rápido aumento del consumo de cigarrillos electrónicos. En 2014 uno de cada seis jóvenes los había probado (17%), mientras que en 2023 lo habían hecho más de uno de cada dos (55%); entre los jóvenes de 18 años entrevistados, la proporción se elevaba a dos de cada tres (66%). Aunque ESTUDES no ofrece datos sobre el consumo diario de cigarrillos electrónicos, su consumo en los últimos 30 días ya superaba en 2023 al del tabaco convencional, con un 26,3% frente al 21%.
El rápido crecimiento del consumo de cigarrillos electrónicos ha coincidido con un aumento considerable de la percepción del riesgo de usarlos: en 2021, solo un 22% de los jóvenes pensaban que el consumo esporádico de estos cigarrillos podía ser perjudicial; dos años después, esa proporción casi se había doblado (39%). La evidencia científica ofrece un amplio respaldo a la opinión según la cual los cigarrillos electrónicos, en sus diferentes variantes, dañan la salud y, en consecuencia, no abren una vía de resolución de los problemas que genera el consumo del tabaco.