Si miramos solo a Europa, en paralelo a un fuerte aumento de la capacidad eólica y solar, esta caída alcanzará el 37%.
Los mercados del gas se dividen tradicionalmente en tres -Norteamérica, Asia y Europa- cada uno con su propio mecanismo de fijación de precios. Aunque los costes del gas europeo están generalmente situados entre los de Estados Unidos y Asia, el mundo afronta en la actualidad una crisis energética global sin precedentes en la que Europa y el gas ocupan un lugar central. Rusia ha reducido un 80% su suministro por gasoducto a la Unión Europea desde la invasión de Ucrania. En respuesta a esta situación, Europa ha incrementado sus importaciones de gas natural licuado, lo que ha provocado que los precios del gas en el continente alcanzaran máximos históricos en 2022. Aunque a largo plazo los precios caerán en Estados Unidos, Europa y Asia, a corto plazo es probable que sigan siendo elevados y volátiles.
De acuerdo con el escenario de referencia de la aseguradora de crédito a largo plazo, que asume que se producirá un cumplimiento de los distintos compromisos energéticos ya anunciados por los diferentes países y administraciones, en 2050 la demanda de gas será un 40% inferior a la actual, lo que supondrá que su cuota en el mix energético pasará del 16% actual al 10%. Se espera que la demanda de gas natural licuado crezca hasta mediados de la década de 2020, pero a partir de entonces su futuro es incierto. La demanda de gas comenzará a disminuir a partir de 2030 en China, de 2035 en Oriente Medio y de 2040 en India.
En 2050 Rusia seguirá siendo el primer proveedor mundial de gas, aunque su papel en el comercio internacional disminuirá fuertemente -se prevé una reducción en su producción del 40%- al no poder compensar la caída de los suministros a Europa con exportaciones a otros mercados. El aumento de las entregas de gas natural por gasoducto de Rusia a China cubrirá menos de la mitad de la caída de las exportaciones a Europa en 2030. No hay opciones fáciles para Rusia en su búsqueda de nuevos mercados. Estados Unidos seguirá siendo el segundo proveedor mundial. Oriente Medio seguirá siendo la mayor fuente de crecimiento del suministro a corto plazo.