En concreto, la entidad ha apuntado que el entorno externo sigue siendo adverso, debido a la incertidumbre sobre los impactos y el alcance de la flexibilización de la política monetaria en Estados Unidos y la dinámica de la actividad y la inflación en varios países. En el ámbito interno, si bien la actividad económica se mantiene resiliente, las proyecciones de inflación están en aumento y las expectativas se encuentran desancladas. Por este motivo, el banco ha enfatizado que la política monetaria debe seguir siendo contractiva durante un período de tiempo suficiente a un nivel que consolide no sólo el proceso de desinflación, sino también el anclaje de las expectativas en torno a la meta.
La decisión de mantener los tipos en el 10,5% es, según el banco, compatible con la estrategia de convergencia de inflación en torno a la meta durante el horizonte relevante. Además, sin perjuicio de su objetivo fundamental de garantizar la estabilidad de precios, esta decisión implica también suavizar las fluctuaciones del nivel de actividad económica y promover el pleno empleo. «La situación actual, caracterizada por una etapa del proceso desinflacionario que tiende a ser más lenta, un aumento del desanclaje de las expectativas de inflación y un escenario global desafiante, exige serenidad y moderación en la conducción de la política monetaria», ha concluido el organismo central.