El Nikkei ha tomado aire tras hundirse un 12,4% el pasado lunes y ha recuperado un 12,62% en dos sesiones al alza. Pero el índice de referencia de la Bolsa japonesa se sitúa aún un 10% por debajo del nivel del 31 de julio, la víspera del inicio de las turbulencias bursátiles, y con una depreciación de cerca del 17% respecto a su máximo histórico de 42.224,02 puntos alcanzado el pasado 11 de julio.
Lo cierto es que antes de que se desencadenase la última tormenta en los mercados, la renta variable japonesa había entrado en una fase de pausa, absorbiendo el impacto de unas previsiones empresariales más débiles de lo esperado. Las empresas del índice TOPIX han pronosticado un crecimiento de los ingresos de un solo dígito y un descenso de los beneficios de un solo dígito para el ejercicio fiscal que finaliza en marzo de 2025, si bien hay que tener en cuenta que los equipos directivos nipones tienden a dar orientaciones conservadoras, apuntan los analistas de Lazard. Para estos, los posibles vientos a favor y de cara están equilibrados durante el resto de 2024. La creciente incertidumbre política puede empezar a jugar en contra, sumándose a las dudas sobre la economía de EEUU y las decisiones de política monetaria de la Fed. “La volatilidad política en Europa ya ha comenzado y, en nuestra opinión, las elecciones presidenciales estadounidenses pronto empezarán a pesar en el ánimo de los inversores. En Japón, las elecciones del Partido Liberal Democrático (PLD) de septiembre también generarán inquietud sobre la continuidad de la política si el primer ministro Fumio Kishida no consigue asegurarse otro mandato como presidente del PLD”.
Entre los vientos de cola potenciales para el mercado, incluyen las posibles sorpresas positivas en los beneficios empresariales, dado el reciente reajuste de las expectativas; a evolución positiva de la gobernanza que se ha traducido en la aceleración de los anuncios de recompra de acciones; la probabilidad de un crecimiento de los ingresos reales por la moderación de la inflación que respaldaría el dinamismo del consumo; la actitud positiva hacia el riesgo de los inversores minoristas japoneses; y el hecho de que los fundamentos reales siguen siendo firmespara muchas industrias, y las correcciones de inventarios, que han perseguido a muchas empresas durante más de un año, están avanzando.
En Lazard reconocen que estas equilibradas perspectivas a corto plazo pueden dar lugar a movimientos laterales en el mercado de renta variable japonés, similares a los que se han observado en los últimos meses. Sin embargo, se muestran optimistas a medio y largo plazo debido a que se mantiene el desarrollo de dos temas clave: la mejora de la gobernanza empresarial, que impulsa una mayor eficiencia del capital y un mayor rendimiento para los accionistas, y el paso de la deflación a la inflación, que transforma gradualmente el comportamiento de los consumidores. Creen que el mercado subestima el potencial de estos dos vientos de cola seculares. “Aunque las valoraciones precio-beneficio han vuelto a su media de 10 años, la relación valor de empresa /ebita sigue siendo significativamente inferior a la de otros mercados desarrollados, lo que, a nuestro juicio, es un mejor indicio del potencial de mejora de la eficiencia del capital”, sostienen.
Estos expertos observan que escepticismo del mercado ha aumentado recientemente al moderarse los buenos resultados de las empresas, pero defienden que periodos como éste son una oportunidad para que los inversores revisen su ponderación estratégica de la renta variable japonesa.