La explicación al abrupto movimiento de precios tiene que ver con los nuevos temores en el suministro por la marcha de la guerra. La ofensiva de Ucrania en la región rusa de Kursk, centro neurálgico de interconexión gasista, ha despertado el temor a una interrupción del suministro. Este hidrocarburo sigue fluyendo por los gasoductos rusos en dirección a centros de regasificación cercanos al Mar Negro para su transporte y a través de la red de gasoductos algunos países limítrofes con Ucrania.
De hecho, el gas licuado (GNL) ruso se ha convertido en uno de los que más ha subido desde 2022, con gran aumento de ventas a países como España, uno de los mayores clientes desde la guerra. De hecho, en lo que va de 2024, Rusia se consolida como el tercer país de origen de las importaciones españolas con el 19,1% del total, por detrás de Argelia (35%) y EEUU (20,3%), según datos a 30 de junio de Enagás.
En el último mes, el gas ha pasado de 30 a 39 euros (+30%) y va camino de duplicar su precio desde los mínimos de febrero hasta ahora. Además de la amenaza bélica en la frontera rusoucraniana, los operadores están aplicando una prima de riesgo extra después del asesinato de líderes de Hamas y Hezbollah en Irán por parte del ejercito de Israel, que hace temer que una escalada del conflicto en Oriente Medio.