Y es que, tener un sistema de gobierno que en realidad no pasa de ser un castillo de naipes pegado con chicle infantil no deja de ser una locura que en algún momento se desmoronara, pero que hasta que ese momento llegue, pasa de crisis semanal en crisis semanal sus peores momentos y los avisos continuos de que “hay que nos quedamos sin chollo” resuenan por los pasillos de Ferraz y las instalaciones anejas a Moncloa, el llamado edificio de semillas que ahora ya es todo un cartel general de asesores y enchufados a las ordenes de Bolaños y, claro está, Sánchez.
El problema es que en esta ocasión han chocado contra el independentismo mas puro y dejado de la mano de los negociadores, porque estos ya no tiene nada que negociar solo esperar que Sánchez cumpla y las dilaciones, dilataciones, rodeos y atajos que los esclavos del señorito han usado en otras ocasiones, en esta no caben. Mas bien habría que decir que, no se admiten, que la otra parte quiere que se ponga en marcha lo negociado, lo pactado y que para vacilar ya están los humoristas de la tele.
Así que cada vez que alguno de los artistas de la compañía de don Pedro les intenta vacilar, los chicos de la cuatribarrada sean de derecha o de izquierdas sacan eso de que el Gobierno necesita nuestros votos para gobernar y si no nos dan lo pactado, se acabó el Gobierno e inmediatamente los de Moncloa se ponen de los nervios y empiezan a acudir a sus terminales mediáticas para decir que donde fulana o mengano dijo lo que dijo, no quería decir aquello, sino lo contrario y que por favor, como puede pensar alguien que don Pedro no cumple su palabra, etc.
Y entonces las aguas vuelven temporalmente a su cauce, pero con unos compadres de compañeros de viaje cada vez mas mosqueados y aguantando el chaparrón de sus bases que lo menos que les laman es pringados por dejarse tomar elpelo por Madrid, ese Madrid que nunca cumple.
Pues ahí estamos, con una crisis que termina y otra que a pocos días que pasen volverá a reproducirse.