En julio, el organismo europeo dejaba los tipos de interés en el 4,25%, como esperaba el mercado. «Todos los miembros estuvieron de acuerdo con mantener los tres tipos de interés clave del BCE en sus niveles actuales», recogen las actas, que añaden que, como la inflación «sólo está bajando gradualmente, se consideró natural que la respuesta política del Consejo de Gobierno fuera cautelosa, lo que justificaba una pausa».
«Las presiones sobre los precios internos seguían siendo elevadas, la inflación de los servicios era elevada y era probable que la inflación general se mantuviera por encima del objetivo hasta bien entrado 2025».
Se observó que estos acontecimientos sugerían que el último tramo de desinflación «era más difícil» y que la tarea de reducir la inflación de forma sostenible hasta el objetivo del 2% «aún no estaba asegurada, a pesar de los importantes avances realizados», expone el texto. Además, los miembros consideraron que un enfoque cauteloso también permitiría al Consejo de Gobierno responder siguiendo una trayectoria más gradual de reducción de los tipos de interés oficiales si la inflación era más persistente de lo previsto actualmente.
No obstante, se subrayó que «una atenuación gradual de las restricciones de política monetaria era un acto de equilibrio, ya que también era importante no dañar indebidamente a la economía manteniendo los tipos en un nivel restrictivo durante demasiado tiempo».
En general, el Consejo de Gobierno del BCE reiteró que mantendrían los tipos de interés suficientemente restrictivos durante el tiempo que fuera necesario para alcanzar el objetivo de que la inflación volviera al 2% en el medio plazo. «No debería haber ningún compromiso previo con respecto a una trayectoria de tipos de interés en particular, ya que el ritmo exacto al que la inflación volvería a la meta seguía siendo incierto». Sin embargo, también creyeron que era importante estar atentos a la economía real.
Así, de cara a la reunión de septiembre, se consideró en general como «un buen momento» para reevaluar el nivel de restricción de la política monetaria.