Aseguran que la liquidación de Silvergate Capital la semana pasada y el colapso de Silicon Valley Bank (SVB) «han planteado preguntas» sobre los riesgos de inestabilidad financiera para la economía, aunque esperan que no tenga «implicaciones significativas más amplias» para la economía y para el sector bancario global.
En este sentido, ven factores específicos detrás del colapso de SVB que sugieren que «no es necesariamente una indicación de riesgos más amplios para la estabilidad financiera», entre los que destacan que «la base de clientes estaba dominada por capitalistas de riesgo y empresas emergentes relacionadas» y que «estaba especialmente mal preparado para sobrevivir a los agresivos aumentos de tipos de la Reserva Federal».
Sin embargo, alertan de un alto nivel de «incertidumbre», a pesar de la intervención conjunta del Tesoro, la Reserva Federal y la Corporación Federal de Garantía de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés), una acción que «debería calmar los temores que de otro modo podrían haber provocado corridas bancarias adicionales». Consideran que las «acciones rápidas» de los reguladores evitarán que los riesgos se propaguen en cascada, aunque no descartan la posibilidad de que otras empresas se encuentren «mal posicionadas» ante los continuos aumentos de los tipos de interés por parte de la Fed.
El ritmo agresivo de los aumentos de tipos es uno de los principales motivos que los analistas de Oxford esgrimen para vaticinar una contracción de la economía norteamericana en el segundo semestre, y añaden que el banco central «seguirá apretando hasta que rompa algo».
La crisis bancaria la interpretan como «la primera señal importante» de los efectos de la política monetaria de la Fed, y pronostican que, si esta política se mantiene, se pueden producir episodios similares en otras compañías o sectores.
Asimismo, consideran que los mayores riesgos para la estabilidad financiera también pueden jugar «levemente a favor» de que el banco central estadounidense aumente las tasas en solo 25 puntos básicos en la próxima reunión, «lo que será un apoyo modesto para los mercados».
La volatilidad no solo se está adueñando de los mercados de renta variable, puesto que «también fue evidente la semana pasada en el movimiento salvaje de las tasas del Tesoro, particularmente en la parte delantera de la curva». Con todo, creen que «el rendimiento a dos años puede retroceder un poco nuevamente en la dirección de 4,75%/4,80% y estable, mientras que el rendimiento a 10 años debería volver a subir por encima del 3,80% y mantenerse estable mientras los mercados esperan la decisión del FOMC del 22 de marzo».
Un largo fin de semana
El destino de Credit Suisse se va a decidir este fin de semana y tiene en vilo al sistema financiero global. Los reguladores financieros suizos comunicaron su propósito de propiciar la fusión entre UBS y Credit Suisse a sus homólogos en EE UU y Reino Unido, países donde ambos bancos tienen una fuerte presencia.
Tanto la Reserva Federal como el Banco de Inglaterra han dado su beneplácito a la operación. Según el diario Financial Times, el gigante de la gestión de activos BlackRock también estaba interesando en lanzar una oferta, pero esto ha sido desmentido por la propia entidad.
El banco suizo forma parte de la treintena de bancos considerados de importancia sistémica y su caída tendría por tanto un impacto relevante en el sistema financiero a nivel global. En las negociaciones entre ambos bancos helvéticos se barajan numerosas alternativas, con la escisión de Credit Suisse como escenario más probable. Ambas entidades están evaluando las posibles dificultades regulatorias en las distintas jurisdicciones y los problemas de unir dos bancos con un perfil muy parecido. Su unión provocaría de entrada una fuerte posición de dominio en el mercado doméstico suizo.
La fusión de ambos bancos suizos es el deseo de las autoridades financieras del país, que podrían inclinarse en favor de la petición de UBS de recibir respaldo público para la operación. La entidad, que en el pasado ya rechazó la posibilidad de una integración con su rival, estaría interesada especialmente en las divisiones de altos patrimonios y de gestión de activos de Credit Suisse, un negocio que también interesa a Deutsche Bank.
El rescate de Credit Suisse por parte de UBS, y la petición de este de apoyo público, plantea de nuevo la polémica del uso del dinero de los contribuyentes para socorrer a entidades financieras. Tras la crisis financiera de 2008 se endureció la regulación bancaria de modo que los bancos contaran con colchones de deuda anticrisis con los que poder responder a la necesidad de una inyección de capital. Sin embargo, en el caso de Credit Suisse, el recurso a esa deuda podría no ser suficiente, tal y como se contemplaba en el mercado este viernes.
UBS ya se está beneficiando de la fuga de clientes que está sufriendo Credit Suisse estos días de forma acelerada, un factor que puede restar atractivo a la compra. Pero al mismo tiempo, la grave crisis reputacional y de confianza que ha desatado su rival es un elemento a favor para participar en una solución que evite una crisis aún mayor. En la actualidad, UBS tiene una capitalización bursátil de 65.000 millones de dólares, frente a 8.000 millones de su competidor suizo.